La otra cara del amor
Otra pequeña muestra del buen cine francés, donde la estructura del filme tiene mayor importancia en la incorporación del espectador que la historia que aparece como primaria.
Son dos historias, ambas de amor, una esta sucediendo en el momento actual, la otra es narrada por Pierre (Daniel Auteuil) a su nuera, que acaba de ser abandona por su marido y entró en un estado de depresión casi de orden patológico.
Con una estructura similar a “Tomates Verdes Fritos” (1991), de Jon Avnet, como para que haya un parámetro respecto a que me estoy refiriendo, no en cuanto a lo que sucede en pantalla sino a esa cuestión del relato dentro del relato, siendo ambas historias mostradas en la pantalla.
Una historia de amor que él tuvo hace muchos años, que le dejo huellas y le marco la vida a partir de ese instante.
Por qué le cuenta lo que le cuenta es uno de los misterios a revelar por el filme. Comienza con un primer plano de Chloe (Florence Loiret Caille), en pleno llanto, y unas voces fuera de cuadro que están determinando que hacer con ella. Son sus suegros. Deciden llevarla a la casa de campo de la familia, ella es la nuera de Pierre. Él y Chloe emprenden el viaje junto a las hijas de ella.
En medio de la estadía,y viendo que el cuadro depresivo de su nuera no mejora, comienza a contarle historias de su familia, relatos desprendidos de todo tipo de tono afectivo, hasta que llega a incluirse en una historia de amor propia. Ella es quien a partir del efecto que produjo en Pierre su confesión le reclama por el relato. Una historia no muy antigua en cuanto a los tiempos se refiera, pero extremadamente arraigada en el cuerpo de éste personaje.
Es la fabula de un amor perdido entre Pierre, un empresario francés, y una traductora, Mathilde, encarnada por Marie Josee Croze, conocida por el público argentino por su presencia en producciones como “La escafandra y la Mariposa” (2007) y “Las Invasiones Bárbaras” (2003), entre otras. De cómo se conocen, veinte años atrás en un encuentro casual, por estar en el momento adecuado en el lugar justo, en Honk Kong, lugar al que llega para cerrar un trato comercial, y en el que ella reemplaza circunstancialmente al traductor oficial. De los primeros avances de esta bellísima mujer hasta la caída en desgracia del hombre, a consecuencia de sus propios actos, de su cobardía para enfrentar una situación que rompería con su vida establecida y equilibrada, recorre la historia que duró sólo cinco años.
Podría decirse que la narración se instala en tres tiempos: un pasado perdido e irrecuperable, en el que ambos, suegro y nuera, están inmersos cada uno en el suyo; el presente que los convoca, pero que es indescifrable, inasible para ambos; y un futuro desconocido.
Una muy buena traslación de la novela homónima de Anna Gavalda, que fuera traducida a varios idiomas y con record de venta en veintiún países. La producción está sustentada por un guión muy bien elaborado, a cargo de la directora Zabou Breitman en colaboración con Agnes de Sacy, un excelente diseño de arte y muy buen trabajo sobre la banda de sonido, que parece pasar desapercibida pero, le agrega color y calor al relato.
Sin demasiadas palabras, mucha imagen y excelentes actuaciones