En algún tiempo lejano Lasse Hallstrom era un realizador con convicciones e ideas que trascendían lo banal y simple de algunas producciones que estuvieron bajo su coordinación. Si con “Mi vida como perro” conquistó el mundo, y con “Las Reglas de la Vida” acarició nuevamente cierto prestigio, con “La razón de estar contigo” retrocede varios pasos en su carrera.
La propuesta, añeja por donde se la mire, no es más que una sucesión de historias hilvanadas por un supuesto perro que va encarnando en nuevos caninos tras producirse su deceso. Personajes almibarados en situaciones dignas de telefilm, terminan por generar fastidio a la segunda reencarnación, sin que el oficio de actores como Dennis Quaid o John Ortiz puedan reforzar el relato, ni mucho menos los jóvenes Britt Robertson o la nueva sensación de Hollywood K.J.Apa.