Iniciar una guerra
La Rebelión (Captive State, 2019) es una película de ciencia ficción dirigida y producida por Rupert Wyatt (El Planeta de los Simios: Revolución). Él también se ocupó del guión junto a Erica Beeney. Protagonizada por John Goodman (Avenida Cloverfield 10), el reparto se completa con Ashton Sanders, Jonathan Majors, Madeline Brewer (The Handmaid’s Tale), Vera Farmiga, Alan Ruck, James Ransone, entre otros.
Chicago, nueve años después del primer contacto. Los alienígenas tomaron el control del gobierno y, aunque el lema de unidad pacífica está presente, en realidad ellos esclavizan a la humanidad. El policía William Mulligan (John Goodman) tendrá que hallar al joven afroamericano Gabe (Ashton Sanders), para que le otorgue información sobre Rafe (Jonathan Majors), hermano de este último que en un principio se cree que ha fallecido pero en realidad forma parte de la resistencia.
Pocos meses pasaron desde que empezó el 2019 y ya estamos ante una de las peores películas del año. Aunque el tema de los extraterrestres ya está súper explotado en la industria cinematográfica, siempre se pueden armar nuevas historias que capten nuestra atención: el miedo de que estos seres vengan a invadirnos o, por el contrario, quieran establecer una conexión sin ánimos de violencia nunca perderá su atractivo para ser llevado a la pantalla grande. Sin embargo, el filme de Rupert Wyatt refleja todo lo que no hay que hacer en el género de ciencia ficción.
La cinta es un enorme desastre por muchos motivos. Por empezar, en la mayoría del metraje no se entiende lo que está pasando; tenemos a varios personajes (que nunca son desarrollados) caminando de acá para allá sin saber qué objetivo tiene cada uno. Si desde un comienzo la trama se hace tan confusa para seguirle el hilo, inevitablemente el interés decae en grandes proporciones, lo que genera que llegue un punto en el que ya no nos importe ni un poco qué es lo que va a pasar. La película tiene una duración razonable de hora y cuarenta minutos pero se siente interminable: la sensación de suspenso o amenaza brilla por su ausencia y, aunque la estética de un mundo destruido esté bien lograda, eso solo no alcanza si la idea del director está mal ejecutada.
Sobre el desenlace se intenta dar una explicación/plot twist rápido para darle sentido a lo que acabamos de ver pero ya es demasiado tarde: una escena sola no puede remediar todo lo que está mal hecho anteriormente. Por otro lado, si van con la idea de ver alienígenas se llevarán una decepción, dado que los extraterrestres no tienen más de tres apariciones en pantalla. Pese a que tienen un buen diseño (alargadas extremidades y filosos pinches), que aparezcan tan poco es un tremendo desacierto.
De esta manera, La Rebelión se convierte en una pérdida de tiempo sosa, aburrida y, sobre todo, soporífera. Resulta incomprensible cómo es que actores de la talla de John Goodman y Vera Farmiga se presten para un guión extremadamente desordenado y sin cohesión.