La nueva película del director Rupert Wyatt -El planeta de los simios: Revolución- se ambienta en Chicago, nueve años después de una invasión alienígena a nivel mundial, en la que los humanos se reagrupan a través de avisos y dan lucha desde sus lugares.
La Rebelión es un relato de ciencia-ficción en el que los invasores están casi ausentes y la acción pasa más por el accionar de los grupos disidentes en un confuso cóctel que presenta situaciones y personajes que no consiguen generar empatía ni tensión.
En un estado que vigila y controla todo, la película expone los dos bandos de un enfrentamiento a partir de los que colaboran y los que se enfrentan al sistema. William Mulligan -el siempre convincente John Goodman, el mismo de Cloverfield 10- es una suerte de representante de los invasores y se dedica a perseguir a los disidentes; Jane -Vera Farmiga, reconocida por la saga de El conjuro- es una prostituta en un rol casi episódico y desaprovechado que ofrecerá -quizás- más respuestas sobre el desenlace y Gabriel -Ashton Sanders, el actor de Moonlight- que está en el grupo de la resistencia e intentará recuperar lo perdido ante el avance de los extraterrestres.
El buen elenco queda a la deriva en medio de una historia que se va tornando enredada y no logra levantar el interés ni siquiera con el uso de la música rimbombante o alguna secuencia de acción que poco aporta al clima general.
Entre la denuncia sobre los manejos del poder y el precio de la paz y un proyecto conocido como Fénix, La Rebelion pierde la oportunidad de ser un relato contundente o divertido a pesar de la ideas que intenta potenciar y se convierte, en cambio, en una película que pierde el rumbo. Es llamativa además la pobreza de algunos efectos visuales que desconciertan más que los personajes.