Ya vimos invasiones extraterrestres de todos los tamaños y colores. Rupert Wyatt nos trae una gran idea, pero se queda medio por el camino.
Rupert Wyatt es un realizador ya acostumbrado a las historias post-apocalípticas. A él le debemos, en parte, el despegue del reboot de los primates con “El Planeta de los Simios: (R)Evolución” (Rise of the Planet of the Apes, 2011), de las mejores sagas de ciencia ficción de los últimos años. En “La Rebelión” (Captive State, 219), cambia monitos por extraterrestres espinosos que, tras nueve años de su “primer contacto”, se apoderaron del globo e impartieron sus propias reglas. Sí, la ciudad de Chicago, como el resto del mundo, está sometida a la legislación de estos seres espaciales tras la capitulación de los líderes humanos. Ahora existen dos tipos de personas: los colaboracionistas que persiguen a su propia especie, y los rebeldes que tratan de ganar una guerra que parece perdida.
La ciudad de los vientos fue el escenario de varias insubordinaciones violentas, la última, la que convirtió a Rafe Drummond (Jonathan Majors) en un mártir. Rafe y su hermano menor Gabriel (Ashton Sanders) fueron testigos del poder destructivo de los aliens cuando atacaron a su familia, y desde entonces siguieron caminos muy diferentes.
Gabriel vive en el improvisado vecindario de Pilsen, un lugar de obreros y prostitutas que no parece representar una amenaza para los invasores, ni para los humanos que trabajan a su servicio como los miembros de la “división especial”, un grupo militarizado comandado por William Mulligan (John Goodman), que se dedica a mantener el orden y reprimir, si fuera necesario. A diferencia de su hermano mayor, el joven Drummond prefiere mantenerse al margen de los conflictos con la ley, concentrarse en su trabajo -un centro de recuperación de datos de diferentes dispositivos electrónicos-, y pasar sus días junto a su novia Rula (Madeline Brewer).
En secreto, tiene otros planes, cruzar el lago Michigan en bote y escapar de la ciudad junto a la chica y su amigo Jurgis (Machine Gun Kelly), un viaje a la libertad tan peligroso como la subversión. Pero siendo quien es (el hermano de), Gabe no puede huir de la eterna vigilancia de Mulligan -ex compañero policía de su papá, que todavía intenta protegerlo-, ni de las acciones de Phoenix, el grupo de rebeldes que no quedó del todo neutralizado y ya planea un nuevo golpe contra el enemigo.
Así, Gabriel queda en medio de este acto de la resistencia, tratando de no involucrarse, pero tampoco de convertirse en un soplón, tarea complicada con las autoridades pisándole los talones, y cada vez más firmes y violentos a la hora de colectar pistas e información sobre este nuevo golpe que podría dañar las relaciones entre los humanos y los “Legisladores”, nombre con el que se los conoce a estas cucarachas del espacio exterior.
Wyatt y su coguionista Erica Beeney, crean una historia bastante original, plagada de metáforas y connotaciones sociopolíticas pasadas y presentes. La amenaza extraterrestre es tan sólo un fantasma que se esconde detrás de las acciones de seres humanos contra seres humanos: supervigilancia, implantes biológicos para rastrear e identificar a cada individuo, un estado totalitario, ataques terroristas, que sirven a un bando y al otro.
Extraterrestres y política, ¿un solo corazón?
“La Rebelión” es una película chiquita y se le nota -costó unos veinticinco millones de dólares-, pero sabe muy bien cómo aprovechar sus recursos y sus escenarios post-apocalípticos. Su trama se complica demasiado en algunas secuencias, entregando una narración desprolija y, por momentos, un tanto predecible. Igual, atrapa, entretiene y nos trae a un John Goodman en su mejor forma, otra vez lidiando con seres del espacio después de la genial “Avenida Cloverfield 10” (10 Cloverfield Lane, 2016). No, las “Transformer” no cuentan.
Podemos decir que algunos personajes como el de Vera Farmiga están desaprovechados; que las acciones de los rebeldes son claras -la libertad no necesita justificativos-, pero pocas veces miden las consecuencias de sus actos violentos; y que muchos de los protagonistas carecen bastante de peso en un contexto más general, pero hay que celebrar el enfoque de sus realizadores, una vueltita de tuerca a la clásica “invasión alienígena”, aunque es posible que “Los Simpson” (The Simpson) se hayan anticipado también a estos hechos.
La intención es mucho más entusiasta que el resultado final, poniendo a “La Rebelión” en la misma línea de películas como “Sector 9” (District 9, 2009). Claro que el conjunto dista mucho de parecerse, pero al menos no peca de repetitivo y genérico. Nos hubiese gustado ver un poquito más de estos puercoespines del espacio (sí, a eso se parecen y son bastante terroríficos), su procedencia, su hábitat en la Tierra, pero es ahí donde el “presupuesto acotado” cobra más relevancia. Una pena, nos perdimos una gran historia de ciencia ficción.