Con todos los condimentos
Qué mayor prueba sobre el poder afrodisíaco de un cocinero que ver a Carl Casper, enfant terrible de la escena gastronómica en Los Ángeles, preparando unos irresistibles fetuccini a la carbonara mientras, recostada, Scarlett Johansson desnuda un hombro. Los primeros veinte minutos de Chef son una provocación a las glándulas salivares.
Casper (Jon Favreau, que también escribió y dirigió la película) se entera de que el crítico más ácido de la ciudad visitará el restaurante para el que trabaja y prepara un menú criminal. Con vértigo de videoclip e imágenes subyugantes, Casper no para de invitarnos a seguir la película en Guía Óleo cuando aparece Riva (Dustin Hoffman), el dueño del restaurante, que le prohíbe al chef experimentar y demanda sus “grandes éxitos”.
Destrozado por la reseña bloguera, cuyo pulgar abajo se viraliza por Internet (la película es un chivo continuado de Twitter), Casper, que es un hombre del siglo XX, pierde la guerra en las redes sociales y luego pierde su trabajo. Acto seguido, su ex (la infartante Sofía Vergara) le pide que tenga a su cargo por unos días al hijo de ambos, Percy; acto seguido, Casper se reinventa. Con Martin, su entusiasta amigo chicano (un John Leguizamo que debió fumar durante toda la película), el chef compra un camión para la venta ambulante de tacos al que bautiza El Jefe y la segunda parte es una cuasi road movie que transcurre entre Miami y Nueva Orleans, con el éxito asegurado por el expertise de la dupla y la logística de Martin, que tuitea el paradero de El Jefe a lo largo de su recorrido.
Además de su rápida estética narrativa (que se sintetiza en un video final compuesto por escenas de un segundo), la excelente creación de personajes y la compacta distribución de la acción en dos segmentos, Chef es una de las primeras películas que integra con naturalidad el efecto de las redes sociales en su estructura narrativa. Un gran programa para coronar con una salida gastronómica.