Una road movie a fuego lento
Para una comedia que gira en torno a las diferencias culinarias entre un chef que ama su trabajo y el dueño de un restaurante que lo contrata como simple empleado y no le permite crear nuevos menús para seguir vendiendo los platos de siempre, habrá que analizarla desde los aderezos y la sutileza con la que se vuelcan para el deleite del espectador.
Chef, la receta de la felicidad es una película sin muchas ambiciones producida, escrita y dirigida por Jon Favreau, quien también protagoniza este relato que además suma la estructura de road movie a bordo de un camión de comidas al paso, en el que además de cocinar suceden una serie de situaciones que de cierta manera afianzan el vínculo entre un padre divorciado y su hijo pre adolescente.
Tras una lapidaria crítica de un especialista, Ramsey Michel (Oliver Platt), que tiene un blog donde hace comentarios de restaurantes, Carl Casper (Jon Favreau) es despedido por su patrón Riva (Dustin Hoffman) por las constantes diferencias de criterios culinarios. Su nueva situación de desempleado, sumado a su popularidad en las redes sociales de manera involuntaria y por torpeza tecnológica de su parte, no lo desaniman sino todo lo contrario porque encuentra la veta creativa para salir a flote sin resignar su pasión por la cocina de autor. Para ello, gracias al apoyo de su ex esposa (Sofía Vergara) consigue el camión de comidas rápidas y emprende viaje junto a su hijo y un cocinero (John Leguizamo), quien le demuestra su fidelidad al abandonar el restaurante debido a su ausencia.
Jon Favreau demuestra oficio a la hora de narrar y esquivar algunos lugares comunes, pero sin perder el norte de la fórmula como si estuviera aplicando los ingredientes necesarios de la receta que nunca debe abandonarse al encarar proyectos de esta característica de semi independencia, aunque con criterios comerciales que hacen a la convocatoria de figuras de peso como Scarlett Johansson y Dustin Hoffman para reunir también a íconos latinos como Sofía Vergara y John Leguizamo en papeles importantes y no de relleno, así como un auto bombo de twitter y sus bondades como medio de promoción gratuito y alternativo.
A ese elemento se le debe agregar un buen colchón musical que mezcla jazz latino con música tropical, inclusive la presentación de un grupo cubano en vivo y el plato de la comedia de recomposición familiar ya está servido.