La reconstrucción

Crítica de Laura Otero - Alta Peli

El poeta inglés John Donne dijo una vez “Ningún hombre es una isla”, y con eso hizo una referencia exacta a la extraña pero necesaria manera que tenemos los seres humanos para comunicarnos unos con otros; no podemos vivir a menos que sea en relación con otras personas. El hombre no puede existir solo, necesita coexistir, cohabitar para poder vivir. Y esta parece ser una de las premisas de La Reconstrucción, que por mucho que uno se aísle de los afectos, tarde o temprano ellos vienen a buscarlo, los recuerdos aparecen y uno termina cayendo de golpe en que además de estar constituido por uno mismo, uno es parte de otros.

Polvo de estrellas

Eduardo se nos presenta como un monótono, rutinario y eficiente empleado de un yacimiento en la ciudad de Río Grande, al sur de nuestro país. Vive de manera prácticamente precaria, preparado para huir en cuanto alguna ocasión lo solicite, se lo ve parcialmente instalado en su casa, durmiendo en una bolsa de dormir sobre colchones y manteniendo todo lo que rememora una vida anterior oculto bajo llave, en otra habitación. Reniega del contacto con sus compañeros de trabajo y se castigo a una vida solitaria; Eduardo parece haberse puesto a sí mismo en un rincón, manteniéndose lejos de toda actitud racional, convirtiéndose lentamente en un recluso de su historia.

La situación cambia cuando Eduardo recibe un llamado de un viejo amigo, quién le pide su ayuda durante unos días ya que el tiene que someterse a un estudio. Luego de una larga insistencia, Eduardo decide viajar a Ushuaia para cumplir con su amigo, y de esta manera reencontrarse con sentimientos, personas y situaciones que había enterrado bien en el fondo de él.

A partir de este encuentro, y con una desgracia de por medio, nos acercamos al protagonista y logramos adentrarnos un poco en el porque de todo su accionar, descubrimos una parte de la pregunta que decanto en esta solitaria respuesta.

La edad del cielo

El joven director Juan Taratuto es quien está a cargo de este film; esta vez no sólo dirigió la película sino que, al igual que en No sos vos, soy yo, también fue el artífice del guión. A muchos nos sorprendió cuando el año pasado nos enteramos que este talentoso director argentino abandonaba momentáneamente la comedia, para debutar en un drama, dudamos si podría llegar a estar a la altura, pensábamos si iba o no a salir bien y sobretodo, al menos yo, me veía totalmente intrigada por el resultado final.

Taratuto, consigue un debut dramático sorprendente por varias razones. En primer lugar la manera en que están constituidos sus personajes es impecable, vemos en la actuación de Diego Peretti (Eduardo) una honestidad avasallante y es por lejos el personaje mejor constituido de todo el film, logra conmover al espectador con una simple mirada y trasmitir su esencia, su soledad con simples gestos; ese hombre despojado de todo, hasta de su propias normas de convivencia. Acompañan Claudia Fontán y Alfredo Casero de manera acorde, estimulando una y otra vez al personaje principal para develar lentamente sus mil capas y su absoluta profundidad.

Conclusión

La reconstrucción, se abre de par en par sobre un hombre solo que sin buscarlo consigue volver a construirse, como el nombre de la película aclara, es la reconstrucción de una persona, de una familia, del corazón, es todo lo que vive una hombre luego de una dura perdida y como lentamente se logra ese volver a componerse, retomar el estado previo a la ruptura solo de manera parcial, para poder a partir de él volver a acomodarse y a sentirse humano.