Bien actuada y escrita, esta historia de un hombre hosco que toma a su cargo la famlia de un amigo -más bien un “buen conocido”- que pierde la vida busca constantemente el medio tono, es decir no caer ni en el melodrama o lo lacrimógeno ni en la comedia desaforada o el grotesco. Lo logra a medias con nobleza, incluso en sus errores, sostenida especialmente por actores en estado de gracia y un paisaje que complementa sus emociones. Imperfecta pero, en cierto modo, querible.