Lo que hay que señalar a priori de este estreno es que puede perturbar un poco en lo sentimental. Si el espectador es de lágrima fácil seguramente va a llorar, pero eso no es lo mas remarcable si nos referimos a lo que el film puede producir porque de hecho es lo de menos. La reconstrucción nos llevará hacia una sensación desoladora por un lento camino y si bien nos va avisando desde el principio no hay nada que se pueda hacer para evitarlo.
Las buenas películas causan eso, y el último trabajo de Juan Taratuto no se queda atrás en su filmografía a pesar de haber cambiado de género.
El realizador se la jugó al salir de su cómodo (y exitoso) lugar como generador de comedias para encarar una historia difícil en lo narrativo. Cambió los desopilantes monólogos de sus verborrágicos personajes por silencios prolongados en espacios contemplativos.
También hay que señalar que cuesta un poco adaptarse al ritmo del film, incluso en los primeros minutos uno puede llegar a pensar que se está aburriendo, pero ni bien el espectador se mete de lleno en la historia es imposible no engancharse con el personaje de Peretti y su reconstrucción personal.
Taratuto fue muy inteligente al elegir la Patagonia para rodar. El salir de las grandes ciudades y espacios que estamos acostumbrados a ver le imprimen identidad a la película y complementa a la perfección lo que se quiere transmitir: tristeza y abandono para luego llegar a la esperanza.
Al protagonista principal lo acompaña una excelente Claudia Fontán, cuyo personaje dan ganas de abrazar y consolar. Las mejores escenas de la película suceden cuando ella está en la pantalla. Sin dudas debe ser uno de los mejores papeles que interpretó.
Alfredo Casero vuelve a demostrar una vez más que también puede laburar en dramas y sus momentos complementan muy bien para darle forma y consolidación a un elenco bien asistido por las actrices que hacen de sus hijas.
La película es dura y eso no puede negarse, no es para decir “Andá a verla porque vas a pasar un buen rato” porque nos alejaríamos de la realidad a no ser que por “buen rato” nos estemos refiriendo a buen cine. Si ese es el caso, no hay que dudar en ir a ver La reconstrucción para admirar como una película puede desatar varias sensaciones.