Drama asordinado de un hombre retraído
Luego de tres exitosas comedias, Juan Taratuto se probó con un drama. Pudo haber hecho una comedia dramática, pero se jugó a pleno. Hizo un drama. Eso sí, con final "positivo". El dolor habrá servido para mejorar algo. Pero todo se cuenta de un modo asordinado, sin explosiones actorales ni situaciones subrayadas. Lo que pasa es demasiado fuerte como para subrayarlo. Y el desarrollo es lo bastante creíble como para exagerarlo. Cuanto mucho, sentimos un particular extrañamiento.
Ese extrañamiento impresiona al comienzo, cuando recién conocemos al personaje protagónico, un posible ingeniero en hidrocarburos. Un técnico respetado, obedecido, que conoce su oficio, pero reservado, casi ermitaño, capaz de reacciones inesperadas, muy poco sociable, por decirlo amablemente. En vísperas de vacaciones ese hombre recibe el pedido de un amigo que debe internarse. Luego percibiremos que allí hay una amistad de otros tiempos. De cuando este tipo era normal y tenía familia.
Ahora debe dar una mano en el negocio del amigo. Y por un tiempo también deberá hacerse cargo de la familia del amigo. Una mujer, dos hijas adolescentes. Nada fácil, sobre todo para quien se ha cerrado a las relaciones y las emociones. Nada fácil tampoco para ellas. No corresponde adelantar detalles. Solo decir que la acción transcurre en Rio Grande y Ushuaia (no precisamente la parte turística, pero el paisaje igual es atractivo), en meses de frío y nieve barrosa, que hay un par de canciones melancólicas en inglés, de Alexi Murdoch, un prólogo singular, y dos escenas todavía más singulares. La primera, de perturbadora emoción, es una despedida espiada detrás de la puerta. La otra, en la ducha, es un reencuentro que descubriremos simbólico y tremendo, pero necesario.
Alguien dirá por ahí que ésta bien podría ser una película americana filmada en Alaska. Tono, circunspección y ambiente hacen pensar algo así. Pero esas dos escenas marcan la diferencia, y además, y sobre todo, comparada con cualquier americana de asunto y estilo parecido esta película le gana limpiamente por una nariz. Y acá actúa Diego Peretti. Un Peretti totalmente distinto, notable, con recursos inhabituales, que impresionan como si fuera otro, que vemos por primera vez. Y en cierto sentido es la primera vez. La escena donde empieza a aflojar, un primer plano con cámara quieta, palabras precisas y expresión contenida, es de antología.
A su lado, Claudia Fontán, igualmente señalable, Alfredo Casero, y las chicas María Casali y Eugenia Aguilar. Música, Iván Wyszogrod. Fotografía, Nico Hardy. Sonido (esencial), Catriel Vildisola. Productora ejecutiva, Dolores Llosas. Temas de Murdoch: "Wait" y "Towards the Sun".