El que quiere pescado, que se moje...
La reiteración en los diálogos, más imágenes chocantes, no traen al mejor Kim Ki-duk, el de "Primavera, verano..." e "Hierro 3".
A comienzos de este siglo, los principales festivales (Cannes, Venecia, Berlín, Locarno), la crítica y el público entendido aguardaban las nuevas películas del surcoreano Kim Ki-duk. Tal vez Primavera, verano, otoño, invierno… y otra vez primavera (2003) fue su obra más acabada. Y la que despertó ese fanatismo -que se vio potenciado con Hierro 3 (2004)- que luego comenzó a decaer. Como la propia producción del realizador, que hoy tiene 56 años.
Esta vez, en La red, la historia cobra actualidad –aunque las tensiones entre las dos Coreas vienen de antaño-. Un pescador norcoreano en la frontera sufre un desperfecto de su pequeña barca, y sin desearlo termina en Corea del Sur, arrastrado por la corriente. La red se atascó en la hélice.
Las autoridades militares de Corea del Sur no saben si es un espía , un disidente o qué. Cierto funcionario –pérfido, como corresponde- está empecinado en sostener que ha llegado hasta la costa para infiltrarse como espía, y lo somete a torturas físicas y psicológicas (le hace escribir de puño y letra su vida, una y otra vez).
Por suerte para Nam (Ryoo Seung-bum), le asignaron un custodio joven, que tratará de impedir el maltrato. No siempre lo logrará.
Tal vez uno de sus filmes más políticos, Kim Ki-duk llega a plantear, sin ponerse de un lado o del otro, que no hay buenos ni malos, que los sistemas represivos son similares en las dos Coreas, la “democrática” del Sur y la “dictatorial” del Norte.
Cinematográfica y artísticamente, en La red confluyen una elaboración visual que no siempre es acorde con los diálogos que se escuchan. Hay cierta composición estética y una reiteración (y machacación) en los diálogos, esto último extraño en Ki-duk, ya que los silencios habían sido algo como su marca registrada en aquellas, sus mejores películas.
Pero también hay imágenes chocantes –a Ki-duk parece gustarle paladear y graficar momentos shockeantes, sean torturas o excrementos-. El estiramiento de las escenas apunta más al padecimiento que al disfrute.