Un país divididocritica de la red the net kim ki-dak
Cuando hay un país dividido, cada lado convencerá a sus habitantes que el mal, si existe, está del lado opuesto. Con esta premisa, el director Kim Ki-Duk expone su opinión sobre el continuo conflicto entre Corea del Sur y Corea del Norte con su nueva película La Red.
Nam Chul-Woo es un pescador norcoreano que sale todos los días al rio para poder mantener a su familia. Un día su red de pesca se traba en el motor de su bote, inutilizándolo y dejándolo a la deriva. El flujo del rio termina haciéndole cruzar la línea divisoria que separa a Corea del Norte de Corea del Sur.
Tu país son los tuyos:
El asunto se complica cuando las autoridades lo arrestan y lo someten a un extenso interrogatorio, creyendo que su llegada -más que ser un accidente- es en realidad el accionar de un espía que viene a perturbar la paz.
El guion de La Red es sólido por los cuatro costados. Tenemos un protagonista con un objetivo y un conflicto claro, ambos sostenidos con un gran uso de la tensión. Lo que no hay que perder de vista es la manera en que Kim Ki-Duk ilustra el tema de la lealtad, y la crítica severa que hace respecto a la separación de un país: ni el Norte ni el Sur quedan bien parados ya que ambos obligan al protagonista a ser algo que no quiere ser.
El Sur está convencido de que es un espía, mientras que su amado Norte asegura que es un traidor. La película, por lo menos en sus puntos más fuertes, abarca esta dicotomía, sobre todo en el ciego y dañino fanatismo que pueden llegar a tener ambos lados.
Las dos caras de la verdad:
Naturalmente, hay un énfasis en ilustrar las diferencias entre los dos pueblos en materia de libertades socioeconómicas, aunque Kim Ki-Duk las expone solo en lo necesario. Sabe reconocer la línea entre hacer que cualquier público alrededor del mundo lo entienda, y enfatizarlo a tal punto que le estás diciendo a la audiencia de tu país cosas que ya sabe.
Lo más logrado de La Red es cómo elabora el tema sin hacer que el protagonista sucumba a un cambio forzado, propio del cine Hollywoodense. Entre el Norte y el Sur, el protagonista clara y vehementemente se alinea con el Norte. Pero entre el Norte y su familia, claramente elige a su familia.
Es este ítem en particular el que le permite a Kim Ki-Duk expresar su postura (ajena a cualquier partidismo) a lo largo del metraje, sin la necesidad de mandar el mensaje equivocado o hacer que su protagonista se traicione.
Desde lo actoral, Seung-bum Ryoo da contenida vida al protagonista de esta historia, donde cada expresión, cada ataque de impotencia o desesperación, son trabajados paulatinamente en vez de ser reacciones histéricas.
Por el costado visual, en La Red no hay mucho que destacar más allá de que se trata de una labor sobria. Hay algún que otro encuadre que está desbalanceado, pero no son tantos para achacárselo como una contra. Aunque la dirección de arte consigue crear un ambiente claustrofóbico propio del turbio contexto en el que se mueve la historia, Kim Ki-Duk no insiste en preciosismos; esta es una película que descansa fuertemente en lo interpretativo, en esas expresiones que dicen mil cosas con una sola mirada. Ahí está la cámara del realizador.
Conclusión:
No conforme con abarcar con profundidad un tema muy complejo, Kim Ki-Duk se anima a hacerlo en el marco de una narración que engancha al minuto que empieza el conflicto. Apoyado por una labor protagónica conmovedora y una puesta técnica sobria, el resultado es recomendable no sólo para los seguidores del cineasta coreano, sino para todos aquellos que simplemente les gusta que les narren una buena historia.