Romero en su laberinto
Luego de semanas (meses) sin conseguir fechas de estreno, se estrenan el mismo jueves los más recientes trabajos de dos grandes cineastas del género de terror/fantástico: John Carpenter y George A. Romero. Más allá de lo ridículo de la situación (que deban competir entre sí por el limitado público que hay para este tipo de propuestas), en ambos casos la sensación es decepcionante, ya que se trata de dos excelentes y revulsivos narradores con quienes me formé en materia cinéfila y a quienes he exaltado en no pocas oportunidades. Para mí, de todas maneras, juegan en diferentes ligas: Carpenter es un grande de verdad, mientras que Romero es un anarquista impiadoso, un buen cultor del cine de clase B, pero que no alcanza el status de maestro.
En este sentido, si bien Atrapada está muy lejos de los mejores trabajos de Carpenter, lo considero igual un film más que atendible (incluso mejor de lo que Federico Karstulovich lo califica aquí). En cambio, La reencarnación de los muertos me parece un film decididamente fallido, de lo peor que Romero ha hecho en su carrera. No hay en sus 90 minutos ninguna idea medianamente sorprendente, ingenio para reelaborar elementos genéricos ni citas inteligentes. Ni siquiera la habitual ironía e incorrección política del director de La noche de los muertos vivos, Martin: el amante del terror, El amanecer de los muertos, Creepshow, La mitad siniestra, Tierra de los muertos y El diario de los muertos.
¿Qué queda entonces? Pura cáscara. Un festival gore (no demasiado divertido) que remite al primer cine de los Peter Jackson y los Sam Raimi, y el reciclaje del cine de zombies que el propio Romero ya trabajó hasta el hartazgo (y mucho mejor que aquí). Elementos del western bastante torpes (el eje es el enfrentamiento en una isla entre la familia Muldoon y los O'Flynn), efectos digitales para mostrar cabeza que explotan, pésimos actores, diálogos berretas y situaciones elementales completan el menú de un film que desmerece la carrera de un director que es referencia, ícono, modelo de varias generaciones de artistas y espectadores que aman la clase B. Esperemos que esta película haya sido sólo un paso en falso en su carrera y no una demostración del agotamiento de un realizador al que hemos admirado y con quien hemos disfrutado tanto.