Dos decepciones dos
Las expectativas y la ansiedad por la de Romero no eran tantas. Al fin y al cabo su anterior zombie-film, Diario de los muertos, se había estrenado en 2008 en Argentina. Con esa película, Romero buscaba aderezar a sus muertitos con cine dentro del cine, cámaras digitales, autorreferencias y unas cuantas buenas ideas. En La reencarnación de los muertos (2009) mete un poco de internet y avanza con la idea de encadenar esta película con la otra (y dos más a futuro) mediante el sistema de spin-off, es decir, a partir de un personaje secundario o absolutamente lateral de una película hace salir otra. Ese personaje en La reencarnación es un militar que aparecía mínimamente en El diario. En este caso, el sistema prueba ser una mera pavada, porque el militar en cuestión se integra pésimamente en la que parece ser la historia principal de dos familias enfrentadas en una isla de la costa de Delaware, enfrentadas también en sus ideas acerca de qué hacer con los zombies. Y eso de la integración pésima, bueno, es el gran defecto de la película: nunca se sabe bien por dónde está avanzando, cuál es la historia o los protagonistas, cuál es el peso de cada personaje. Sí, claro, puede ser divertido ver destrozar zombies de formas ocurrentes, pero a esta altura no me alcanza. La reencarnación de los muertos tiene demasiados tropiezos narrativos, falta de solidez, fragmentación, que en este caso es apenas otro nombre de la debilidad estructural, que debilita el sentido. La mejor película de zombies de la última década sigue siendo El amanecer de los muertos (2004) de Zack Snyder, remake de la película de Romero de 1978.