Zombies con el sello de un experto
Hasta los zombies se cansan un poco y eso es lo que les pasa a los muertos vivos de George Romero en su nueva entrada en la saga iniciada en 1968 con el film de culto «Night of the living dead» (La noche de los muertos vivos). Es que el director de «Creepshow» y tantas buenas películas de terror ha repetido tanto todas las variantes de masacres post mortem, incluyendo algunas buenas ideas modernas como la especie de reality de su anterior «Diario de los muertos», que ya no sabe bien qué inventar en la materia.
Por eso esta nueva «Reencarnacion de los muertos» tiene momentos brillantes, algunos muy intensos y otros divertidos y originales, pero como conjunto no cierra nunca del todo. Claro que si la ve un espectador aficionado al terror que no conozca las películas anteriores de muertos vivos de Romero, se puede suponer que la primera media hora de esta película le va a parecer lo más genial en terror gore y super acción zombie que haya visto en su vida. Es que realmente los primeros dos actos de este film tienen más matanzas de muertos vivos que cualquier entrada anterior de la serie, por lo que no se le puede negar a este cineasta independiente su generosidad hemoglobínica. Además, hay que reconocer que cada momento violento está filmado con gran imaginación, como si estuviera tratando de competir consigo mismo para superar ese tipo de escenas de sus trabajos anteriores.
Pero luego del suculento comienzo, la trama empieza a derivar en algo parecido a un western contemporáneo, o quizá habría que decir western post apocalíptico, donde al estilo de algún drama clásico, dos familias se pelean por viejos rencores que ya nadie recuerda en vez de ocuparse de los zombies, a los que algunos tratan de curar. Ahí empieza a aparecer el mayor problema que tiene «La Reencarnacion de los muertos» y es que en su necesidad de renovarse, Romero infringe sus propias reglas en cuanto a las descripción de la enfermedad o plaga que convierte a la gente en zombie. Como hasta las películas de zombies descerebrados necesitan mantener alguna lógica, el asunto empieza a fallar. De todos modos, hay momentos de suspenso y ultraviolencia de todo tipo y calibre como para mantener entretenido al fan, que de todos modos no podrá dejar de notar los abruptos cambios de clima que surgen de un argumento poco aceitado.
Al final, lo que queda es el impacto de las fuertísimas escenas iniciales, y la extraña visión de una bella y pálida zombie de a caballo.