Una de excorcismos, pero con un twist: el doctor Ember (Aaron Eckhart), para sacar los demonios ajenos, se somete a un tratamiento que casi lo mata y así llega a entrar en la mente de los poseídos. Una realidad paralela, o un inconsciente que, en verdad, es la realidad. Si esto suena complicado, recién empezamos: Ember, en realidad, busca a su propio demonio y con nombre propio: Maggie. El que le arrebató a su familia sin motivo y sigue saliendo y entrando de recipientes humanos.
La última víctima es un niño que trae sus problemas familiares, padre alcohólico y violento, madre algo chalada. Una mundo sentimental quebrado que Ember restablecerá, ya que está. La Reencarnación tiene sorpresas, quizá por lo poco que se entiende de qué va todo el asunto, con Ember y su equipo de asistentes roqueros junto a una enviada del vaticano, la colombiana Catalina Sandino Moreno. Y con toda su cripticidad al borde del ridículo, sus pobres trucos visuales, su endemoniada trama y su abanico de finales para elegir, regala un par de buenos sustos.