Fabián y su hermana Alejandra enfrentan diversos problemas, por un lado, el joven mantiene su homosexualidad oculta; y por el otro, la chica debe sobrellevar un matrimonio en el que no es feliz; sin embargo, sus vidas darán un giro al conocer a Verónica (una enigmática Simone Bucio) quien los convencerá de que en una cabaña alejada encontrarán la solución a sus problemas, sólo tienen que confiar y dejarse llevar. Lo que encuentran en este lugar, al interior del bosque, los hará sentir tan bien que dejarán a un lado el odio y resentimiento.
La región salvaje (2016) de Amat Escalante podría definirse como una película de ciencia ficción sexualizada; se presenta como una obra parca, apocalíptica y fantástica al mejor estilo Reygadas (de quien Escalante es un fiel discípulo). Se trata de un film personalísimo de un director que siempre aborda temas, por lo menos, inquietantes, que muta del salvajismo nihilista de Heli (2013) a un drama psicológico de las periferias de México, que escapa a las reglas del cine verosímil y realista para atravesar por simbolismos y metamorfosis que no tienen lógica alguna por fuera del séptimo arte.
La sexualidad insatisfecha, la homosexualidad, la soledad y el placer son los ingredientes que utiliza Escalante para contar su versión de un México lejos del progreso por el machismo y la homofobia. Tiene mucho en común con Post tenebras lux de Carlos Reygadas, ambas transmiten la represión sexual como una problemática muy arraigada en la población mexicana, cabría preguntarse si sucede por una visión de la realidad o por pura ficción, aunque la primera parece ser la opción más indicada dada la óptica de estos analíticos autores.
La región salvaje es sensual, sucia, dramática y desprolija, puede tener a más de un espectador atento debido a su excentricidad, pero hay un público que la verá de costado pues no es una película fácil.