2 amigos se encuentran una zona costera uruguaya. No hacen más que vender marihuana mientras pulen el guión de su próxima película. Un día se encuentran con una sorpresa demasiado buena para ser verdad. Juan Minujín y Néstor Guzziniprotagonizan el “viejo cuento de los tocados por la varita mágica”. Y sí, lo que estos soñadores amigos encuentran es dinero, demasiado dinero como para saber que hacer con él. El pueblo comienza a ser noticia y la caza de brujas inicia, como dicen por ahí: en los pueblos chicos todo sale al aire. Devienen en la trama el clásico detective recién llegado al pueblo, el policía que hace la vista gorda y el matón que viene detrás del dinero (proveniente de unos húngaros). Como se puede ver, el film dirigido por Gabriel Drak es una seguidilla de lugares comunes pero puede compararse con un buen cuento corto y ameno, que sabes que no quedará en tu memoria pero te hizo pasar una tarde agradable. Los últimos románticos es una buena muestra del carisma del cine argentino/uruguayo (es una co-producción), no es deslumbrante pero tiene lo justo para entretener y sacar algunas sonrisas.
Dick Cheney fue el vicepresidente durante la gestión de George W. Bush. El vicepresidentepresenta a este curioso político como alguien sobradamente poderoso, con facultades de estado auto-adquiridas por su conocimiento del campo burocrático, esto sumado a la incapacidad de un presidente que llegó al estrado por carisma y nombre no auguraba lo mejor para el Estados Unidos de 2001. El vicepresidente ha sabido alejarse de la luminosidad de Lincolno la severidad de Darkest Hour (por citar ejemplos sobre biopics de líderes) por su histrionismo y cinismo a cuestas cuando se están tratando temas serios, extremadamente serios. A saber, diversas acusaciones durante uno de los gobiernos mas fraudulentos de la historia de USA: crímenes de estado, violaciones a los derechos humanos y prepotencia a nivel mundial… un gran juego de ajedrez. Eso avala a El vicepresidente como reveladora más no como una buena película. Christian Bale es Dick Cheney, un consumidor de alcohol nato que apenas tiene para mantener a su familia y vive de juerga en juerga gracias a un trabajo tipo The cable guy. Un día recibe el ultimatúm de su mujer Lynne (Amy Adams) (“Podría acostarme con cualquiera de este pueblo pero sigo contigo ¿sabes por qué?”). Ese es el momento del click en la vida de Dick Cheney. De allí en más solo ascenderá en el congreso después de comenzar como pasante hasta llegar a ser un hombre sumamente poderoso con el don para hablar y transmitir lo correcto en el momento adecuado. Dick Cheney no temía a nada ni nadie, ni siquiera a esos pequeños infartos que le sobrevenían en plena campaña electoral, en realidad solo temía a una cosa: fallarle a su esposa. Bale hace un trabajo interesante en la composición de un personaje que podría haber caído fácilmente en lo caricaturesco y Amy Adams no está nada mal (¿alguna vez estuvo mal en toda su carrera?). El tono de la película es socarrón, ácido, cínico y el motivo tiene nombre y apellido: Adam McKay. El director proveniente de la escuela Saturday Night Live con varios films previos protagonizados por ese diablillo llamado Will Ferrellotorga su impronta. Los chistes sobre penes, masturbaciones y drogas quedan en un segundo plano, aunque Steve Carrell tome ese rol (hay varios pasos a lo The Office). Saldrán satisfechos quienes quieran una buena lección de historia con un poco de crema chantilly encima (edulcorada, muy edulcorada) o quienes esperen buenas actuaciones, no mucho más que eso.
Una pareja (conformada por Esteban Lamothe y Andrea Carballo) vive con una niña fuera de la ciudad. No se trata de una pareja normal pues sus costumbres son anti consumistas (en otras palabras hippies), entre ellas: la comida la producen ellos mismos (no carne animal), la educación de la niña prescinde de una escuela y hasta una barbie es motivo de conflicto por su “errada imagen de la mujer”. ¿Capitán Fantástico a la argenta? Algo de eso hay, al menos en su primera mitad. La directora Natural Arpajou opta por centrarse en el drama familiar pero esa es solo una excusa para introducir al espectador dentro del verdadero eje del film, o sea la niña. Alguien dijo alguna vez “los niños y los animales suelen robarse las escenas”, este es el caso de Huenu Paz Paredesquien personifica a Armonía, una niña atribulada que imagina estar en contacto con extraterrestres. En un determinado momento la familia se va a vivir a la ciudad y ella parece un pez de otro pozo en comparación a los niños citadinos lo que hace muy difícil no empatizar con ella. Las situaciones que atraviesa la niña son atípicas y en su forma de procesarlas está la inteligencia del film. “Yo niña” es la ópera prima de Natural Arpajou, una realizadora con gran trayectoria que cuenta con varios cortometrajes en su haber y ha participado en otras películas en roles tales como casting, dirección de actores y de arte, entre otros. En cuanto a las actuaciones, está la ya mencionada gran “actuación” de Huenu Paz Paredes (va entre comillas porque con los niños nunca se sabe), en contrapartida está Esteban Lamothe quien encara sus intervenciones de forma cada vez más unidimensional y Andrea Carballoluce correcta en el papel de la histriónica mujer. Recomendada para los que quieren ver una historia apacible y contemplativa a primera vista pero con un trasfondo más complejo del que aparenta. Abstenerse ansiosos de la acción y reacción.
La última película de Javier Fesser, director de “El milagro de P. Tinto” y las adaptaciones de “Mortadelo y Filemón” es una comedia sobre la hazaña deportiva que tiene un interesante y ambiguo juego en torno a la moral: no se sabe si nos reímos con ellos o de ellos. “Somos campeones” trata sobre un entrenador que tiene un día de furia en el que todo sale mal y termina expulsado de su equipo. En este corto lapso tiene una pelea con un colega suyo y además un accidente automovilístico después de llevar 2 copitas demás en sangre. Como castigo, la jueza le impone 3 meses entrenando a un equipo de jóvenes con capacidades diferentes (según él “subnormales”, y atentos a este adjetivo porque va perfecto con el tono de la película). Estos son los verdaderos protagonistas y quienes lucharán por alcanzar la gloria en un campeonato de básquet amateur. El film no es muy rico en matices, no ahonda en los problemas de los jóvenes, no disecciona (cuando podría hacerlo y en ese caso se convertiría en otro tipo de film) ni se cuestiona sobre ellos. No los ensalza (al menos no mucho) ni recurre al golpe bajo y este es el mayor mérito que tiene en su haber, cuando parece que está al borde de la condescendencia apela a lo que se podría reconocer como “humor chabacano” con puteadas y demás chistes negros. Muchas veces se denomina este tipo de películas como cine fácil, pero la cuestión está en las expectativas. “Somos campeones” jamás promete una épica, al contrario se mofa de ella, se mofa de sí misma siempre que puede. Además es predecible pero eso no quita el total disfrute que genera. “Somos campeones”sabe del arte de entretener con muy poco y con eso le fue suficiente para ser seleccionada y representar a España en la competencia por el oscar a mejor película extranjera.
La ópera prima de María Alchéviene pisando fuerte en festivales internacionales, recientemente seleccionada para la Mostra de San Pablo, compitiendo en los festivales de Valdivia y Locarnoy alzándose con el premio Horizontes Latinos en el Festival de San Sebastian, no sería una exageración afirmar que es una de las películas argentinas más importantes de este 2018. En Familia Sumergida hay una mujer conflictuada (Mercedes Morán), un drama familiar oculto y tintes surrealistas. Es de esas películas complicadas de definir pues su narrativa misma juega con la ficción y la no ficción ¿Qué es real y qué no lo es? ¿Que pasa por la cabeza de la protagonista y que pasa en nuestro mundo terrenal? La directora Alché hizo de Familia Sumergida un film personalísimo, netamente de autor, es una película para ver más de una vez y analizar secuencias que solo son vistas en universos como el de David Lynch o, más lejanamente en el viejo Cronenberg. Tampoco es casualidad que aparezca el nombre de Lucrecia Martel en los créditos, hay ecos de La ciénaga y La mujer sin cabeza. En tanto, la película es compleja y como las malezas que atraviesa su protagonista, muy dificil de contemplar. Sí, tiene escenas que rozan el terror y dejan más incógnitas que respuestas (lo vuelvo a mencionar, todo con el propósito de un enfoque personalísimo de María Alché), lo que hace de Familia Sumergidauna rareza. Tendrá sus seguidores y detractores, personalmente vi más pasos en falso que aciertos en los múltiples homenajes exhibidos. Lo que se puede vislumbrar es una directora que puede crecer a futuro, se trata de una perspectiva poco explorada por nuestras tierras.
Flavia está trabajando con su notebook sobre la mesa, en ese momento la pequeña Lucía está bailando frente al televisor con un videoclip de una banda teen. Flavia se desconcentra y apaga la tv, Lucía la observa de reojo y se pone a escuchar música con sus enormes auriculares. Momentos incómodos de esta tónica priman en El año del león, ópera prima de Mercedes Laborde, con el protagonismo de la experimentada Lorena Vega (Flavia). Se trata de un relato intimista de una mujer que quiere superar la muerte de su ex pareja desde un punto de vista femenino. No será fácil pues la niña Lucía (Malena Moirón), hija del su difunta pareja, entra en acción provocando situaciones y choques familiares. Mercedes Laborde aborda los problemas desde una sensible óptica, el conflicto es sútil y se hace presente en el juego de miradas de ambas protagonistas. Las noches de sexo fugaz son frías y están tan lejos del disfrute como Flavia de su hija en la radiografía de una mujer que esconde sus debilidades para aparentar fortaleza. Sola en la casa… y en la vida En este caso es muy acertada la camaleónica actuación de Lorena Vega quien le aporta una dosis de misterio a su solitario pero sobradamente tenaz personaje. Un personaje 100% mujer hecho por una mujer y pensado por una mujer. El año del león es una historia chiquita, casi un susurro, pero eso no le quita méritos, el ritmo narrativo nunca decae y es consecuente consigo misma.
Cuatro chicas viajan al centro porteño en pleno auge de los 90 y viven la noche: los primeros besos y el descontrol adolescente son solo algunos de los temas abordados por Paisaje. Jimena Blanco le da un tono melancólico y experimental a su primer largometraje. Ver Paisaje se asimilaría mucho a salir una noche con chicas que nunca salen de joda pero 25 años atrás en el tiempo. La música, la vestimenta (y el famoso walkman), Calamaro, Ricky Martin y hasta las charlas triviales sobre Chiquititas sumergen al espectador en lo noventoso. Tampoco habría que pasar por alto que una de las chicas es seguidora de la banda de Kurt Cobain y que su primer noche en la ciudad deciden ir a un concierto punk con solo monedas (otra época). Desde lo formal se trata de un film curioso, en sus 67 minutos de duración no se afianza en ninguna zona de confort, al igual que sus protagonistas, la transición de provincia/capital y boliche/calle (out/in, in/out) es un terreno fértil para la experimentación de una directora que da rienda suelta a su creatividad (o todo lo contrario, hay escenas de absoluta contemplación). Quizá por eso sea un film fácil de ver y no tanto a la hora del análisis. “Dejarse llevar” es la propuesta de Paisaje; un relato de amistad y desencuentros, una road movie de una noche, una hora y siete minutos en la que los adultos simplemente sobran.
Documental sobre la actual querella abierta para ajusticiar a los culpables que cometieron delitos de lesa humanidad durante la dictadura del gobierno de Franco en España. Varias voces se hacen presentes, víctimas del régimen, ex-políticos y figuras conocidas como abuelas de plaza de mayo. Desde el otro lado del charcotiene un punto de vista melancólico, a la par que poético y casi elegíaco, los personajes/entrevistados hablan sin tapujos sobre esa infame época y la cámara les da esa entidad que necesitaban, es claramente un film sobre personas que necesitan ser escuchadas. Se hace un ligero paralelismo con la dictadura argentina con un detalle: durante el gobierno de los Kirchner se castigó a muchos de los culpables, en España pasó lo contrario, debido a la transición los generales y diferentes artífices del poder franquista pasaron a ocupar cargos del estado con total impunidad. El ritmo del documental es irregular, con mayor interés en ciertos momentos y menor en otros. La recopilación de datos históricos y testimonios en primera persona dan la pauta de documento de interés general. En sus 100 minutos de duración se encarga de que el público este informado, el entretenimiento quedará para otro momento.
Los destinos de un aparente grupo de extraños se ven relacionados por un misterioso hombre a quien le atribuyen el poder de cumplir cualquier deseo, a cambio ellos deberán realizar una tarea encargada por él. Tras su gran éxito Perfectos Desconocidos, Paolo Genovese sigue explorando las decisiones humanas y nos trae una historia cargada de sugerencia donde un hombre juega a ser todopoderoso y su fuente de poder reside en un libro que él mismo se encarga de escribir cada día que pasa en The Place (2017), nombre del bar que da título a la película. Para entender la simple complejidad de The Place es necesario acatar los siguientes puntos: -Todo ocurre en un único ambiente (el bar) -Todos los personajes que acuden al bar están desesperados -No sabemos quien es él La gran virtud está en la cuidada narrativa de Genovese, no hay día que no pase algo importante en The place, es un bar como cualquier otro para el regodeo social pero cuenta con llamativos personajes. Es así como vemos a una viejita que debe explotar una bomba en un lugar lleno de gente para tener de vuelta a su esposo o a un hombre que debe cuidar a una niña que tiene su vida en peligro para poder pasar una noche de sexo con una modelo de póster. En contra está el uso de la música, que subraya innecesariamente las situaciones y está más acorde con algún videoclip (probablemente esto se deba al trabajo previo de Genovese como director de publicidades). También tiene una tímida historia de amor fallida que intenta hacer el film menos oscuro, no lo logra. En el balance podemos decir que Los oportunistas es interesante, que apela a la imaginación del espectador en base a una fluida narración, con pedidos y deseos por cumplir tan naifs o maquiavélicos como sus personajes. No es el diablo, es un hombre que pide cosas horribles solo porque hay gente que está dispuesta a hacerlas.
La sociedad española vista en tono humorístico made in Santiago Segura que presenta a una diseñadora de marketing (Maribel Verdú) con todas en contra: un jefe que no valora su experiencia en la empresa, una amiga que no la escucha, una hermana con un excesivo apego por los felinos y un esposo que está viviendo con el hijo bajo el mismo techo, ambos la ignoran. Ante tan desesperante situación acude en busca de ayuda a uno de esos gurús que prometen una vida mejor en la tv de trasnoche. En el análisis del tipo de humor de Sin filtros nos encontramos con la comedia más accesible de Segura, con humor cotidiano, muy guionado y sin mucho espacio para despliegue actoral, esto no quiere decir que no cause gracia porque momentos logrados tiene y más de uno. Cara bonita pero poco util En contra de Sin filtros, hay que marcar su narrativa demasiado clásica, jamás se sale del molde, no hay inventiva y cuenta con un final predecible/chato/complaciente. El personaje que debería ponerse la 10 (ya que estamos en época mundialista) es el gurú y no termina siendo tan interesante, Verdú no flaquea y su trabajo está bien, el libreto la tiene histriónica e involuntariamente caricaturesca. Sin filtros tendrá sus seguidores y detractores, de corta duración, al menos podemos decir que su visionado no es difícil, más bien agradable, colorido y con un desfile de personajes que sacarán alguna que otra sonrisa. Más que eso no se puede pedir.