Una actriz en la temible espera
En La reina del miedo, la fobia, el pánico, la soledad y la inseguridad se hacen carne en Robertina, una actriz de renombre interpretada por Valeria Bertuccelli.
Al borde. A punto de. Siempre por llegar. Esa ansiedad que se transforma en crónica, que no abandona y se transforma en parte de la personalidad. Muchos actores, tímidos en exceso o que padecen temores infundados, salen al mundo -o a escena- para combatir de alguna manera ese sentimiento.
Fobia o pánico, necesidad, soledad, inseguridad, se hacen carne en Robertina (Valeria Bertuccelli), conocida por todos en el país como Tina. Ella es una actriz de renombre, que está a punto de estrenar su obra teatral unipersonal, que también dirige. Pero algo la paraliza. Siempre. En la escena inicial, ella se despierta por un corte de luz en su enorme casa, recientemente abandonada por su marido.
La interrupción del servicio la hace padecer un temor inmanejable y decide llamar a la empresa de seguridad para calmarse. El límite de la normalidad lo traza su incapacidad de trabajar en su proyecto artístico, pues siempre tiene alguna excusa para faltar a los ensayos, incluso cuando ya está en el teatro y todos están esperando sus directivas. Y todo tiene su punto límite cuando decide viajar, sin valija, a Copenhagüe, para ver a un amigo que necesita de su ayuda. En donde nadie la conoce, al lado de gente que la quiere, y ya sin responsabilidades, ella puede ser como es, y esto le da perspectiva. Si bien en “La reina del miedo” todo corre en cuenta regresiva por el pronto estreno de la obra, el tema es más descriptivo que narrativo y por ello su espíritu es indie.
La idea desde la dirección es crear un retrato de esta mujer que padece el miedo como una enfermedad de la que siempre quiere escapar, pero si lo logra es por poco tiempo. El trabajo de Valeria delante de cámara es exquisito, sutil pero extremo a la vez. Ella también fue la guionista y una de las encargadas de sacar adelante el filme porque es quien lo dirigió junto a Fabiana Tiscornia. En la búsqueda del mejor contexto posible para armar el cuadro general, se destaca la música de Vicentico (sobre el final con un sonido imponente simil ópera/épica) y los colores tenues y blancos que acompañan la vida de la protagonista, que juegan un papel importante juntamente con la ambientación climatológica (otoño, frío, y tormenta en sus peores momentos, sol y verano en los mejores).