Afrontar nuestros temores y vivir con ellos, ese es el infierno que nos retrata esta modesta ópera prima.
En “La reina del miedo” veremos a la reconocida artista Robertina (Valeria Bertuccelli) a punto de estrenar un nuevo y misterioso unipersonal, pero entre pequeños problemas, dudas, tormentos e idas y vueltas de realización, la performance contraerá dudas sobre el éxito y todos los que se encuentran alrededor de la protagonista darán su juicio antes de su inicio. Es por eso que ella preferirá realizar otras actividades antes de la actuación, como el viaje a Dinamarca para ver a su viejo amigo (Diego Velázquez), que contrajo cáncer, o la obsesión que tiene de poner un árbol dentro del teatro durante los días previos al debut, entre otras tantas procrastinaciones.
La protagonista vive un oasis de miedos contradictorios, no quiere estar sola pero tampoco rodeada de gente, no quiere actuar pero tampoco dejar de trabajar, no quiere irse pero tampoco quiere quedarse. Son esas pujas de pavores las que la encierran en un mundo universal, en aquellas casas donde también se corta la luz, y la intérprete llama a Prosegur para asegurase que todo está bien o, mejor dicho, para que nada malo le pase.
Sería una idea vaga y general declarar: “Valeria Bertuccelli actúa de ella misma”, una frase que se hace redundante en la mayoría de los visionados que se obtiene de la actriz, la actuación de la protagonista es un desborde incesante. Un matiz lúcido y autoconsciente que mantiene al espectador a la espera de la siguiente escena. Y otra de sus parafraseadas y monótonas rutinas de las películas de Juan Taratuto (“Un novio para mi mujer”; “Me case con un boludo”). En otra línea actoral, quien se destaca de forma natural es Velázquez en un papel de gran envergadura.
En cuanto al apartado musical, el sello de Vicentico nos platea cuánto de estrategia de marketing hay en ella o si realmente fue una fuerte apuesta para montar escenas opulentas y pomposas que se van esclareciendo al llegar al final.
Más allá de sus distinciones en el Festival de Sundance (Actriz, entre otros) y de la difusión por parte de su coproductor Marcelo Tinelli (quien recibió una cuantas risas tímidas e injustificadas en la proyección de prensa), la película se postula como un gran primer paso sin sobresaltos para la actriz detrás de cámara.