Valeria Bertucelli volvió del Festival de Sundance con un muy merecido premio a mejor actriz por su trabajo en "La reina del miedo". La actriz también debutó como directora y escribió esta película cuyo personaje protagónico es Robertina, una reconocida actriz en pleno proceso para estrenar un unipersonal en un teatro comercial. Pero Robertina también es una mujer con una vida complicada: actualmente sola, no sabe si su marido se fue de viaje o la abandonó; su mejor amigo vive en Dinamarca y tiene una enfermedad terminal, tiene un perro intrigante que le ladra obsesivamente a la oscuridad, el control que ejerce sobre lo que pasa en su casa también es obsesivo, pero al mismo tiempo caótico. Y lo peor: tiene todo casi listo para su estreno, la publicidad callejera, la marquesina del teatro, la escenografía y el vestuario, pero no puede explicar muy bien de qué se trata el texto.
Bertucelli recurrió el tipo de humor y la gestualidad austera que suele mostrar como actriz y en eso radica la eficacia de su trabajo: lo que propone y cómo lo resuelve e interpreta resulta hilarante aunque sean situaciones angustiantes, pero no se esfuerza en hacer reír. También en la forma de abordar lo que podría ser un drama y en el cierre de todas las subtramas, aún las que parecen más prescindibles para esta reina del miedo que en algún momento tendrá que patear el tablero para, paradójicamente, poner las cosas en su lugar.