El cine de José Celestino Campusano, es un cine local, territorial, áspero, cercano, intenso y de actualidad. Ha abordado varias temáticas a lo largo de su extensa carrera y es uno de los directores independientes más destacados de la cinematografía argentina. Dentro de su propuesta, este realizador muchas veces elige rodar en espacios rurales, suburbanos y con actores aficionados o del lugar, lo cual se muestra como un interesante ejercicio de producción.
«La reina desnuda» fue rodada en Galvez, Provincia de Santa Fe y tiene todo el calor de esa locación, la cual ha aportado parte del elenco. Sabemos que Campusano tiene un sostenido interés por las problemáticas que nos atraviesan como sociedad y esta cinta aborda la cuestión de la violencia sexual, los vínculos entre hombres y mujeres y las relaciones de poder. Su mirada en ese sentido es interesante y arriesgada, dado que su protagonista es una mujer, liberada y dueña de sus actos, de avanzada, en ciertos aspectos pero anclada en otros, en virtud de ciertos hechos vividos en su pasado adolescente.
Es decir, Victoria (Natalia Page), encarna un modelo de contradicciones. Se la ve segura, vital, comprometida, pero también tiene áreas de su vida en las que logra afirmarse. Esta compleja situación pone en el centro a una mujer batallando con esas circunstancias, en un mundo donde no se la entiende (de hombres con pocas palabras, físicos y directos) y debe actuar en consonancia con su medio, cuestión que claramente se le dificulta.
Si bien es cierto que tiene una buena situación económica y puede decidir sobre su trabajo (ofrecer acompañamiento social desde lo público), no es el conflicto de lo material, el que aquí se asoma.
Para llevar adelante semejante desafío, Campusano eligió una actriz muy dúctil y comprometida, Page, debutante, para el rol central. Es cierto que la película gira en torno a ella y se ve el acierto del cast. Su Victoria se roba toda la atención cuando está en pantalla y logra una composición concreta y luminosa.
La trama de «La reina desnuda» se juega a dos puntas, hay flashbacks que remiten a lo que sucedió hace más de tres décadas, pero el relato se mueve en el presente, donde la protagonista intenta ordenar su vida, llevar adelante su trabajo a pesar de las complicaciones que devienen de quien es. Un hecho traumático de abuso vivido en el pasado condiciona su respuesta presente a temas como la pareja, las relaciones, el deseo.
Sin anticipar mucho, la película es un escenario donde vemos desfilar personajes con una paleta reducida, que juegan su juego, de acuerdo a sus necesidades primarias. Este es el fuerte del director, quien se nutre de actores sin experiencia para componer sus escenas con gente común, que hace de sí misma.
El problema de la cinta es que (como en otros relatos de Campusano), puede verse un problema concreto, visible, incómodo y bien estructurado pero el planteo de cierre (la resolución), no logra desandar ni los aprendizajes de los protagonistas frente a los mismos, ni tampoco dar respuesta al camino recorrido. Me permito hacer este comentario, porque creo que hay mucho valor en la propuesta presentada, pero como ya me ha sucedido en ocasiones anteriores, desearía (y es sólo eso), un final donde algo, haya cambiado radicalmente para los protagonistas y sea sustanciosa la lectura del conflicto.
Sólo porque siento que eso refuerza el sentido del relato. Nada más.
Los rubros técnicos consistentes, con nota de reconocimiento para la fotografía, pensada exactamente para subrayar las emociones de la protagonista. Este es un cine que parece casi informal, en comparación con el de los grandes estudios, pero el tema despierta interés en el espectador y eso permite un visionado predispuesto.
En líneas generales, este cineasta sigue invitando a recorrer los grandes temas de la vida suburbana y rural, dando voz a muchas problemáticas que los grandes estudios no creen atractivas. Me gusta la apuesta aunque si hay que tener en cuenta que adentrarse en esta aventura, implica navegar lejos de la cohesión y propuesta de un drama mainstream, más simple y vendible globalmente. Si lo tuyo es ir más allá, puede que el cine de Campusano sea una alternativa, más que válida.