Hace poco en un grupo del cara libro en el que nos encanta hablar de cine, empezamos una discusión a raíz de ciertos comentarios que surgieron sobre esta película, nominada a mejor película de habla no inglesa en la pasada entrega de los Óscar. Y es que, si no existe un consenso entre los países de Latinoamérica sobre como nombrar una local, pues mientras algunos traducen literalmente el título, mientras que otros se toman la libertad creativa de elegir títulos que piensan pueden ser más atractivos para el público, no podemos elegir nosotros hablar sin dar spoilers si el título que le ponen en México y en varios otros países es "La Reina Infiel" Obviamente, con eso ya saben de que va la película. En la Dinamarca del siglo XVIII en pleno siglo de las luces, en donde la nobleza acostumbraba casar a sus hijos previo acuerdo de las familias, Caroline es obligada a casarse con el rey Christian VII, un desequilibrado joven que esta sumido en sus traumas infantiles. Es así que en la corte se presenta Johann Strauss, médico que sabe de todo un poco y quien se convierte en aliado del rey y además, amante de la reina. Y aquí entrábamos en polémica, pues muchos decían que el hecho de hablar del engaño de la reina era en si un spoilers enorme, pero si han visto el avance, e insisto, por el simple título, uno ya sabe de que va el filme. Y como tal, la verdad no presenta nada nuevo a comparación de otros filmes. Pero ojo, no hay que perder de vista que, al fin y al cabo, la nobleza de la Edad Media no se caracterizaba precisamente por su fidelidad a sus parejas, así que no debería sorprendernos que una y otra vez repitan la misma historia pero en diferente país: ya sea Francia, Inglaterra, o ahora Dinamarca. Habrá que decir que, aunque la actuación de Mads Mikkelsen es la mejor de todas, uno preguntaría: ¿por que no eligieron a alguien más guapo?. Bueno, Mikkelsen no es feo, pero no creemos que la reina se haya enamorado de el por sus atributos físicos, se ve mayor y feo. Como sea, ya dijimos que la historia se vuelve predecible y sólo esperamos el desenlace que tiene esta aventura. A destacar el precioso vestuario (otra categoría por la cual fue nominada al Óscar), y la edición, así como las actuaciones del doctor y del rey, no así de la reina, quien se ve sin carisma. Eso si, quizá lo más interesante es el cambio de la sociedad y el impacto en el pueblo y en la misma nobleza a las nuevas ideas de la revolución ilustrada.
Erotismo e ilustración. La “intelligentsia” más rústica de la crítica suele repetir cual papagayo que el período de mayor esplendor de las “películas de época” se lo debemos al Hollywood de oro, entre las décadas del 20 y 50. Hoy nos vemos en la obligación de obviar tamaña pereza analítica ya que lo cierto es que en todo el mundo se filmaron propuestas fastuosas haciendo eje en un pasado remoto y gran parte de la producción estadounidense de dicha etapa estuvo dedicada a mamarrachos incoherentes de una artificialidad casi siempre ridícula. Los exponentes individuales que llegaron al éxito cualitativo/ cuantitativo no compensan el patrón estándar de aquel momento, vinculado a la celebración estéril de rasgos por demás reaccionarios. Recién en los 60 comenzaron a aparecer representaciones más complejas y heterogéneas de tramos históricos que habían sido trabajados hasta el hartazgo en muchos “exploitations monárquicos” de variada naturaleza. La Reina Infiel (En Kongelig Affære, 2012) es una verdadera maravilla que nos llega desde los países escandinavos, una epopeya soberbia que une el melodrama palaciego con la épica nacional danesa del siglo XVIII. Superando con creces toda la mediocridad cinematográfica reciente de norteamericanos y/ o británicos en lo que respecta a realizaciones de este calibre, el convite en cuestión se abre camino hacia la excelencia mediante una estética apabullante y la prodigiosa labor del trío protagónico. En pleno “siglo de las luces”, cuando el avance de una ilustración democratizadora e iconoclasta provocaba cambios radicales a lo largo de Europa, Dinamarca estaba gobernada por un Concejo de Estado conservador que tenía en su poder al “rey títere” de turno, el desequilibrado Cristián VII (Mikkel Boe Følsgaard). Bajo la tutela de un médico cortesano, el progresista Johann Friedrich Struensee (Mads Mikkelsen), el monarca impulsa una serie de reformas liberales que despiertan el odio de los sectores tradicionalistas asociados a la nobleza y el clero, quienes a su vez inician una campaña de desprestigio centrada en el affaire entre Struensee y la consorte real, la princesa Carolina Matilde (Alicia Vikander). Aquí el director y guionista Nikolaj Arcel construye un retrato pormenorizado de una suerte de revolución política de carácter inconformista en el contexto más paradójico posible, el del único territorio del “viejo continente” en el que aún no habían calado ni una de las disposiciones de vanguardia en boga (vacunación masiva, universidad pública, abolición de la censura, asistencia social, prohibición de la tortura, etc.). El gran Mikkelsen, por su parte, ratifica que es uno de los mejores actores de la actualidad, como ya habíamos comprobado en La Cacería (Jagten, 2012), Valhalla Rising (2009) y Flame & Citrón (Flammen & Citronen, 2008). Hoy por fin el erotismo y la exuberancia están al servicio del intelecto…