Sin vocación
Basada en la novela de Diderot y ambientada en el siglo XVIII, esta película cuenta la historia de Suzanne (Pauline Etienne), una chica de 16 años, la menor de tres hijas, a quien su familia obliga a tomar los hábitos, ya que no tienen dinero para su dote. La joven no tiene vocación religiosa y hace todo lo posible por librarse del mandato familiar, pero no lo logra.
Suzanne enfrenta con estoicismo la dura vida en el convento, que se transforma en un calvario con la llegada de una nueva madre superiora, una mujer que representa lo más oscuro y retrogrado de la institución. Rezando y manteniendo la fe, Suzanne nunca deja de luchar para conseguir su libertad.
La historia muestra lo peor de la doctrina religiosa, en una época donde la mujer estaba en inferioridad de condiciones, y ni siquiera podía decidir sobre su vida; el mandato social y familiar estaba por encima de ellas.
Con una detalladísima reconstrucción de época y una hermosa fotografía, la historia es narrada de forma lenta, minuciosa y prolija. Los largos diálogos y la falta de dinamismo la hacen un tanto densa y demasiado lineal.
Tanto Pauline Etienne como Isabelle Huppert realizan excelentes actuaciones, en una interesante historia que además de describir como era el lugar de la mujer en esos tiempos, muestra los dos lados de la religión: el de la institución que representa poder y el personal, que utiliza la fe como esperanza y resistencia.