CICATRICES QUE QUEMAN
La mediatización del abuso en infancias y adolescencias en medios explosivos como la televisión o los portales de noticias más populares pierden a menudo, entre los detalles del caso, al sujeto. Más alla de los nombres propios y algunos datos enumerados friamente, son escasas las excepciones que dan relieve y generan conciencia sobre las consecuencias devastadoras en la víctima. La reparación, el nuevo documental de Alejandra Perdomo, se aproxima a la temática con humanidad y exprime su estructura de testimonial para acercarnos a los sujetos. Se puede achacar alguna irregularidad estructural, pero el documental tiene una contundencia que cierra con un final emotivo.
En las palabras de las víctimas hay un punto en común: la ineficacia de la Justicia en muchos casos y la carencia de circuitos de contención, además del cuestionamiento hacia la veracidad del relato. Se apunta tanto contra las falencias institucionales como aquellas que nos increpan como sociedad y nos presentan un espejo para nada favorable. Para romper el silencio que perpetúa la impunidad están las voces de los casos que son el corazón del documental. De hecho, son los casos los que estructuran y dan un marco al film. El testimonio de Daniel Sgardelis apunta contra el encubrimiento de las instituciones eclesiásticas en el abuso y el de Felicitas Marafioti y Charlie di Palma apunta contra los casos de abuso sexual con corrupción de menores del ex líder de la banda El otro Yo, Cristian Aldana. El del resto de las víctimas comparten el horror del abuso en un ámbito intrafamiliar pero, sin embargo, todos los casos comparten el dolor de la incomprensión, fluyendo entre las palabras de los testimonios. El acierto de Perdomo es invisibilizarse y lograr que las entrevistas sean el relato de La reparación.
Como mencionamos el film esta estructurado por los casos que se suceden e hilvanan el guion, pero se extraña un marco informativo que dé un mayor contexto. Los especialistas dan precisiones pero se pierden algunas de las apreciaciones más valiosas entre la fuerza de los testimonios. Finalmente entrega un segmento emotivo que exorciza la tragedia personal de las víctimas y hace del fuego algo tan destructivo como sanador: aquí reside la fuerza innegable del documental de Perdomo.