El Evangelio según Reynolds
La resurrección de Cristo (Risen, 2016) se estrena oportunamente en época de Pascua, el único momento del año en que una película con semejante nombre se animaría a compartir taquilla con otra que lleva “Batman” y “Superman” en el título.
Dirigida y co-escrita por Kevin Reynolds – el ángel caído detrás de Waterworld (1995) – el film se presenta como una investigación policíaca en tiempos bíblicos, una idea nada menos que original. ¿El detective? Clavius (Joseph Fiennes), un oficial romano. ¿El misterio? El cuerpo de Jesús ha desaparecido. Poncio Pilato le pide a Clavius que personalmente investigue el caso, y que se apure antes de que se corra el rumor de su resurrección.
En el policial tradicional el fiscal suele apurar al héroe porque “es año electoral”; en este caso el emperador Tiberio visitará la prefectura romana pronto y Pilato quiere todo limpio y ordenado para entonces. También le endosa un compañero a Clavius, el joven e idealista Lucius (Tom Felton), cuya presencia no se justifica excepto por reglamento genérico: el detective necesita una mente sencilla a su lado para poder compartir sus ideas con la audiencia. Todo Sherlock necesita un Watson, pero Lucius jamás tiene tanta presencia ni desarrolla mucha personalidad.
La película se divide en dos mitades contradictorias. La primera se concentra en la investigación de Clavius sobre un crimen cuyos mecanismos desafían las leyes de la lógica. La premisa es que Clavius debe agotar la razón – buscando pistas, interrogando testigos, cotejando coartadas – antes de cuestionar su propia fe y abrir la cancha a lo sobrenatural. Incidentalmente, ¿por qué los romanos en esta película hablan de Marte y Minerva, pero a Neptuno le dicen Poseidón? ¿Qué blasfemia es esta?
Hete aquí que a mitad de la película se comete el imperdonable pecado de resolver el misterio crucial de la historia. Sea o no una buena resolución, quiebra con la estructura del policial; lo desposee de intriga o suspenso cuando todavía queda una hora de cinta. La segunda mitad no hace más que dilatar el tiempo con viñetas evangélicas sobre los apóstoles y las enseñanzas vox populi de Jesús. La calidad de estas escenas es marginalmente superior a las dramatizaciones televisivas que suelen pasarse en clases de catequesis.
Mientras la película es leal a la premisa inicial, La resurrección de Cristo es lo suficientemente inusual como para llamar y retener la atención. Quizás se anime a hacer nuevas preguntas, a jugar con nuevas respuestas. Fiennes es un buen protagónico y levanta considerablemente una producción bastante modesta que en cualquier otro caso probablemente jamás se hubiera hecho, lejanos los presupuestos de tanques épicos como Noé (Noah, 2014) y Exodo: DIoses y Reyes (Exodus: God and Kings, 2014). Pero ni bien se deshace del enigma principal, no le queda más que encarrilarse en las vías de un costumbrismo aburridísimo, del cual la película jamás resucita.