El nuevo film de Kevin Reynolds -recordado por "Robin Hood: Príncipe de los ladrones"- cuenta la historia posterior a la crucifixión de Jesús y tiene el punto de vista de un poderoso militar romano, encarnado por Joseph Fiennes.
Después de recientes títulos bíblicos como Noé y Exodo: Dioses y Reyes, llega la nueva película del director Kevin Reynolds, quien no filmaba desde hace algunos años para la pantalla grande. Atrás quedaron Fandango, Robin Hood: Príncipe de los ladrones, Rapa Nui,Waterworld y El conde de Monte Cristo, entre otras.Sínonimo del cine de aventuras en décadas pasadas junto a su actor fetiche y amigo Kevin Costner, Reynolds aborda el relato sobre los días posteriores a la muerte de Cristo y lo interesante es el punto de vista: la historia está contada a través de los ojos de Clavius -Joseph Fiennes, el actor deShakespeare apasionado y El mercader de Venecia-, un poderoso y violento militar romano que es convocado por Pilato -Peter Firth- para encontrar a los discípulos de Jesús, cuyo cadáver se esfumó. Entre escenas de batallas y otras que se regodean en lo cruento y morboso, con ecos de La pasión de Cristo, de Mel Gibson, la película expone el dilema de la fe y la creencia en la piel de un hombre que sólo cumple órdenes y debe reordenar el imperio antes de la llegada de Tiberio. Junto a su asistente Lucius -Tom Felton, rostro recordado por su personaje de Draco en la saga de Harry Potter, deberrán desmentir los rumores de la resurrección del Mesías y prevenir una rebelión en Jerusalem.Sin apartarse demasiado de los lineamientos bíblicos ya conocido por el espectador, el cineasta inyecta dramatismo, aventura y persecuciones a una película pensada para el público masivo sin preocuparse demasiado por profundizar en los conflictos centrales de la propuesta. Su película cumple los objetivos, está filmada con oficio y cambia su enfoque -como el protagonista cuyo mundo tambalea después de comprobar aquello que no creía- sobre el desenlace, encaminando al espectador hacia una luz brillante y esperanzadora. Con una estructura por momentos televisiva, la producción se apoya en la reconstrucción de templos romanos, escenarios naturales y en un Jesús poco carismático acompañado por sus fieles discípulos -"Ellos están en todos lados" le dice uno de ellos a Clavius- para recrear los momentos más esperados: la sepultura, la desaparición, los milagros con la reproducción de los peces y la cura del leproso. El elenco cumple con sus papeles y se completa con la española María Botto en el papel de María Magdalena. Una película sin pretensiones que resucita un género acorde y esperado en la semana de Pascuas.