En el año 2008 nacía en el ámbito hollywoodense la productora y distribuidora Affirm Films, subsidiaria del mainstream Sony dedicada a la realización de películas que buscan realzar valores morales, familiares, y sí, religiosos. Para ser claros, es la firma detrás de aquellas películas que año tras año se vienen estrenando mundialmente, disfrazadas de algún género específico, con claro y obvio trasfondo evangélico.
Para el 2016, Affirm parece haber alcanzado la mayoría de edad; luego de haber transitado el drama, la comedia, el terror, la animación, y el cine catástrofe (entre otros tópicos); con La Resurrección de Cristo logra no solo un film histórico épico con mayor presupuesto, un elenco con figuras conocidas, y un director con antecedente popular; sino una distribución importante a nivel global por parte de la empresa principal de sus “dueños”, la mítica Columbia Pictures.
¿Significa este crecimiento en la producción una madurez en la realización? Anticipo la respuesta, no.
Sí, hay que reconocerle que encuentra una vuelta de tuerca para afrontar la historia ya conocida. No nos ubicaremos en la transitada “Pasión”, los hechos conmemorados durante la cuaresma cristiana, sino justamente sobre su final y el inmediatamente después.
A modo de policial o film de investigación detectivesca, se nos presenta al Tribuno Clavius (Joseph Fiennes), a quien Poncio Pilatos (Peter Firth) encarga investigar de cerca el destino de uno de los apresados a quien crucificarán, que posee un grupo de fieles rebeldes, quienes aseguran que resucitará.
Clavius asiste a la crucifixión – representada con algo de liviandad adrede –, ejerce algunas órdenes antes de la muerte (no quebrarle las piernas), y luego vigila qué se hará con el cadáver; que sí, pasados los días desaparece.
A partir de ese momento, con la ayuda de Lucius (Tom Felton) emprenderá otra investigación para dar con el paradero del cuerpo, cruzándose con fieles, testigos de los supuestos milagros, y reuniendo pistas que lo lleven a la revelación; Yeshua (Cliff Curtis) puede haber resucitado efectivamente y reunirse con sus apóstoles; o ser todo un engaño.
El problema no es el obvio adoctrinamiento religioso, claro está. Es totalmente válido inculcar estos mensajes y celebrar los hechos con emoción. La cuestión, es la misma que en los anteriores films de la productora, el camino que se elige.
El guión comete todo tipo de torpezas para hablar del viaje hacia la redención, los personajes esbozan frases que más que bíblicas parecen de acto de escuela primaria, y el director Kevin Reynolds no sabe/puede otorgarle un mínimo ritmo al relato ni posee una mano firme en la dirección actoral.
La resurrección de Cristo se ve grande, ampulosa, pero rápidamente tropieza en cuestiones de resolución sencilla. Es claro que desde antes de verla sabemos cuál será el fin del misterio; pero eso no quita que pueda imprimirse algo de misterio o nervio que mantenga nuestra atención activa. Por citar un ejemplo, Titanic también sabíamos que el barco se hundiría, sin embargo Cameron lograba no solo cautivar por el destino de la relación amorosa, sino por el accionar de los comandantes del barco como trasfondo.
Fiennes y Felton, actores con algo de trayectoria en tanques, se los sorprende ¡mirando a cámara!, y no hablamos de romper la cuarta pared.
Reynolds, criticado varias veces por el tono liviano de sus mega producciones (Robin Hood: Principe de los ladrones, Waterworld, Montecristo), aquí toma una dirección contraria realizando un trabajo en su conjunto pesado y anquilosado, tosco.
Film de propósito para fieles, eso no significa necesariamente anular sus méritos cinematográficos; probadas muestras hay de películas célebres en ambos caminos. La Resurrección… puede no funcionar siquiera como un manual de catequismo; si no se logra atrapara la atención es difícil que el mensaje penetre.