La resurrección del mal es un hábil exponente del terror más artesanal
El comienzo es impecable, con un rostro familiar para los seguidores del cine de terror (Danielle Harris) tratando de escapar de una muerte segura. La escena nos muestra la seguridad y la convicción con la que se trabajan aquí materiales vistos una y mil veces.
Esta artesanal producción clase B aparece concebida como un thriller (la protagonista, alcohólica recuperada, busca con la ayuda de un policía los pasos de su amiga desaparecida) que deriva hacia el terror y alcanza en muy contadas ocasiones un tratamiento propio del gore extremo. La escenografía es propicia: un señorial edificio que recibe a adictos aparentemente curados que no imaginan seguir allí bajo condena.
La narración es prolija, con logrados climas y el recurso constante (pero no cansador) de asustar a través de puertas y trampas que se abren o se cierran en el momento más inesperado. Los responsables del film parecen más determinados en mostrar cuánto quieren al género que en marcar diferencias con otras (muchas) producciones similares.