Detrás de las paredes
Ante todo, es necesario aclarar que La Resurrección del Mal (Havenhurst, 2016) es una clara y perfecta mezcla entre El Juego del Miedo (Saw, 2004) y Hostel (2005). En toda la “espectacularidad” que nos brinda (los logrados sets de filmación y efectos visuales), la película de Andrew C. Erin no plantea nada nuevo. Su guión ya fue escrito y desarrollado en otros films, pero aun así tiene elementos atractivos que mantienen al espectador cautivo.
Havenhurst es un viejo complejo de departamentos de estilo gótico, en el corazón del distrito histórico Tudor de la ciudad de Nueva York, que alberga a más de 3.000 residentes necesitados de ayuda social. La única regla para vivir allí es llevar una vida decente. Jackie (Julie Benz) es una ex adicta al alcohol recién rehabilitada, que hereda la misma habitación que su amiga desaparecida Danielle (Danielle Harris). Allí radica el misterio: ¿Qué le pasó a ella? ¿Dónde está? ¿Por qué se fue?
Con la ayuda de un detective amigo (Josh Stamberg) y una niña solitaria (Belle Shouse) que vive bajo la sombra de su padrastro, Jackie tiene un doble desafío que encarar: por un lado, vencer a sus demonios internos que la atormentan todas las noches; por el otro, descubrir más acerca de su misterioso y nuevo hogar.
No podría decirse que La Resurrección del Mal es sólo una película de horror. Tiene mucho de thriller psicológico, suspenso y buenos toques de gore. Atrapa además por su ritmo bien llevado y un trabajo actoral correcto, destacándose por demás Fionnula Flanagan con su particular expresión que pudimos disfrutar en films como Los Otros (The Others, 2001).
La película, que tiene la duración justa para su género híbrido, no será lo mejor del año, pero sin dudas resultará interesante para los fans del cine de horror más pochoclero, aunque no cae en ese terror tonto y predecible del que tanto estamos acostumbrados. La Resurrección del Mal -por suerte- es una película más “inteligente” que lleva al espectador por otros caminos; algunos más relacionados con lo sugestivo, otros más literales. El resultado es un film inquietante.