La reunión del diablo es un film de Night Shyamalan aunque no lo dirija él. Posee todos los elementos que atrapan de sus films, y también todas sus fallas.
La historia es la más sencilla del planeta: cinco personas quedan encerradas en un ascensor, y una de ellas es el diablo pero no sabemos quién es hasta el final. El detective Bowden, un escéptico que está atravesando una crisis personal tras el asesinato de su familia en un accidente de tránsito, debe sacarlos de allí con la ayuda de Ramírez, un guardia de seguridad ultracreyente en lo místico. Todos tienen un antecedente criminal que los hace sospechosos, pero todos parecen tener sus vidas encauzadas y ser víctimas de un acto de maldad.
Como en muchos de los films de este director anglo-hindú, el tema del relato oral es fundamental: tomando elementos de los relatos míticos, Shyamalan juega siempre con la idea de una historia ancestral conocida por todos pero ya casi olvidada en tiempos modernos. Este relato popular viene a dar cuenta de momentos en donde el hombre todavía creía en lo mágico y por lo tanto estaba más equilibrado. En este sentido, hay que aceptar que el universo de sus films tiene elementos sobrenaturales que no se pueden discutir si queremos entrar en el verosímil de la historia. Aquí sería que Dios y el Diablo existen, y que éste último puede materializarse antropomórficamente.
Otra característica del director de Sexto sentido y La aldea, es su manejo del suspense. Tenemos retazos de información incompletos que nos mantienen a la espera de completar el cuadro general. Como decía Hitchcock, el maestro del suspense, la clave está en que el espectador tenga más información que los personajes sobre lo que les va a ocurrir y no pueda advertirles de la desgracia. Al mismo tiempo juega, en sentido inverso, con el hecho de que están sucediendo eventos de los que el espectador no tiene conocimiento. El recurso más utilizado para escamotear información es el de la oscuridad. La luz se apaga y el sonido sugiere el horror que no podemos presenciar.
No es un film con grandes efectos especiales, y ciertamente no debe haber costado mucho dinero su realización: después de todo son cinco actores encerrados en un ascensor. Pero es por eso que podemos decir que es un film de S. Night Shyamalan, porque el atractivo está puesto en su historia.
Al respecto, no hay fallas en la construcción de sus guiones: nos lleva de las narices para donde él quiere y sólo al final nos devela la clave. La reunión del diablo bien podría ser una novela de Agatha Christie, con esos finales efectistas donde todos son posibles culpables pero el menos pensado siempre es el asesino.
Plagado de fórmulas ya vistas, el film igual funciona. Los norteamericanos tienen una expresión, que funciona de mil maravillas en relación a los géneros, cuya traducción sería algo así como “para qué arreglarlo, si no está roto”.