Un sueño...
El comienzo no podría ser menos alentador. Los títulos de presentación remiten a una mala telenovela, con la imagen de los actores recortados con sus nombres sobreimpresos y música ampulosa. Lo que sigue es, en general, un relato bien fotografiado, con algunos pasajes notables desde lo fílmico pero que debe lidiar con un libro que obliga a los actores a decir parlamentos impostados, alejados de toda naturalidad.
Las internas entre los revolucionarios de Mayo, la lucha de Castelli contra su enfermedad y aquellos que lo enjuician militarmente por acciones en el ejército expedicionario del norte, son los puntos fuertes de este filme. La pericia de Lito Cruz consigue romper la distancia y merced a su buen oficio actoral logra imponer a su Castelli más allá de los monólogos y parlamentos rebuscados. No corre la misma suerte Adrián Navarro que sobreactúa a Mariano Moreno y un Luis Machin a quien Belgrano parece quedarle grande.
La desprolijidad gana la escena cuando en un primer plano se ve a un extra con una patilla postiza despegada o a una actriz con la voz doblada de manera artificiosa. La historia se torna densa, morosa y remite a un tipo de cine que es mejor olvidar, por pretencioso y excesivamente formal.