Dentro de la historia argentina, Juan José Castelli sobresale por sus valores éticos, por su valentía y por sus ideales libertarios. Fue uno de los hombres de la Revolución de Mayo, comisionado para intimar al virrey Cisneros a que cesara en su cargo y encargado de defender la posición patriótica en las sesiones del Cabildo del 22 de mayo de 1810. Se lo llamó el orador de la Primera Junta, que le encargó la represión de la contrarrevolución de Liniers en Córdoba, a quien Castelli mandó fusilar, y la misión de ocupar el Alto Perú. Su vida estuvo casi siempre signada por las adversidades, ya que cuando pactó una tregua con los realistas éstos no la respetaron y sorprendieron en Huaqui a las fuerzas criollas a su mando.
El director Nemesio Juárez se basó en la novela de Andrés Rivera, ganadora en 1992 del Premio Nacional de Literatura, para construir un guión en el que Castelli brilla en la gran composición de Lito Cruz. Por momentos cálida y casi siempre dura, la historia va trenzando la existencia de ese protagonista que luchó por darle a su patria esa libertad tan deseada. Con una impecable reconstrucción de época y una sobresaliente fotografía La revolución es un sueño eterno se convierte en un film que descubre a este hombre que quedó algo oscurecido en el recuerdo.