Ver una película con una estética e impronta como si hubiese sido realizada hace 25 años (aunque se filmó hace 5) es realmente una experiencia extraña. Si a eso se le agrega que el filme está basado en un famoso libro de un autor muy importante como es Andrés Rivera, más todavía. No es otra que La Revolución es un Sueño Eterno, basada en la novela homónima y con un tono de impostación, de importante recitado.
El director Nemesio Juárez, que vino a presentar la película -que pasó por largas postergaciones, falta de apoyo y de dinero, problemas de producción y varias cosas más- hizo hincapié en el esfuerzo que supuso por un lado: realizar un guión basado en una novela, que según el modo de escribir del gran Andrés Rivera, es un diálogo interior de uno de los olvidados de la Revolución de Mayo, Juan José Castelli (como el autor también se propuso con El Farmer sobre los días de exilio de Rosas en Inglaterra). Por otro lado, Juárez, se refirió al trabajo con los actores; Lito Cruz, que a Castelli le da una impronta muy especial, con un tono de voz que se pierde al final de las líneas (el prócer olvidado tenía un avanzado cáncer en la lengua) y logra así ser lo mejor de la película.
Lo secundan Juan Palomino, Adrián Navarro y Luis Machín entre otros, como Bernardo de Monteagudo, Mariano Moreno y Manuel Belgrano respectivamente. Todos están muy bien en sus papeles; la impostación buscada (como esas viejas películas importantes, es lograda). Sin embrago, tanto esfuerzo queda un poco opacado por la estética tan poco moderna, los impresos explicativos sobre las fechas en un fuerte rojo sangre y una coloratura apagada, sumado a ciertos personajes cuyas voces fueron agregadas con posterioridad.
A su vez (y este es un comentario que da para largo y para un mayor análisis que excede a estas líneas de un festival) es de extrañar que un filme que pretende contar como un grupo de personas pensaron la revolución y entregaron sus vidas en ello en contra del poder, primero el de España, luego contra la oposición interna que no les permitían avanzar (si lo habrá padecido Mariano Moreno, víctima del primer asesinato político de la historia argentina; "Se necesitó tanta agua para apagar tanto fuego" dicen que habría dicho Saavedra) sea financiada en parte por "San Luis Cine", que es un fondo que supo tener 25 millones de pesos de presupuesto, de una provincia manejada casi como un feudo por un grupo familiar que no deja de alternarse en el poder.
Pero dejando esto por un momento de lado, según palabras del director, al parecer Andrés Rivera estuvo satisfecho con el filme y con los agregados de batallas (filmadas con muy poco presupuesto pero con oficio) y de "escenas" y "diálogos" de las que la novela carecía.