El director japonés de «Drive My Car» narra tres historias protagonizadas por mujeres y centradas en desencuentros amorosos y en rol del azar en la vida cotidiana.
El realizador japonés de HAPPY HOUR parece venir reduciendo cada vez más la dimensión de sus películas. De ese film de casi cinco horas que lo consagró a este que cuenta tres historias separadas de unos 35-40 minutos cada una parece haber una gran diferencia. Pero en los hechos no es tanta. Ambos films son dramas personales, de parejas y relaciones, de secretos y mentiras, con personajes femeninos fuertes y una mirada centrada en las complicaciones y misterios de este tipo de situaciones. Pese a tratarse de un drama psicológico –más bien de tres–, WHEEL OF FORTUNE AND FANTASY tiene, como su título parece discretamente indicarlo, algunos elementos que pertenecen al ámbito de lo fantástico.
A primera vista uno podría decir que se trata de su película más claramente relacionada con el cine de Hong Sangsoo o, yendo más lejos, con el de Eric Rohmer. Y si bien hasta se da el lujo de hacer un guiño a los que leen esa referencia con un par de bruscos zoom a primeros planos, hay algunas importantes diferencias en su manera de trabajar este tipo de relaciones personales con el cine del realizador coreano y muchas más aún con el del francés. Diferencias que, finalmente, permiten dar por sentado que estamos ante un realizador con recursos formales y obsesiones temáticas propias.
El primero de los tres episodios (titulado «Magic (or Something Less Assuring)«) se centra en un triángulo amoroso. Dos amigas viajan en taxi y una de ellas le cuenta a la otra, Meiko, la cita que acaba de tener con un hombre que le gustó. Mientras más detalles le da sobre el tipo, Meiko se va dando cuenta que le está hablando de su ex, con el que aún tiene una relación un tanto tormentosa tras una infidelidad de ella unos años atrás. No le dice nada pero cuando su amiga se baja se va a la casa del hombre a encararlo al respecto, generando una tensa situación que tendrá una resolución inesperada.
El segundo episodio (titulado «Door Wide Open«) presenta a un alumno que, enojado por el éxito literario de un profesor universitario suyo que lo reprobó bruscamente tiempo atrás, planea una extravagante venganza al «mandarle» a una mujer –que es amante suya, casada y bastante mayor que él– con intenciones de manipularlo sexualmente de una manera inesperada. El asunto no sale como estaba planeado y, aquí también, las consecuencias serán bastante sorprendentes.
El tercer episodio (titulado «Once Again») tiene una interesante premisa que sirve como marco: en un futuro cercano un virus entró a internet de un modo tal que obligó a todo el mundo a dejar de usarla y volver a las prácticas previas. Aquí lo que se narra es la visita de una mujer a su ciudad natal para un encuentro con viejos compañeros de colegio a los que dejó de ver hace veinte años. Al llegar a la estación para irse a Tokio se topa con una mujer y reconoce en ella a una compañera/amante de la escuela que no estuvo en la reunión. La mujer la invita a su casa y allí descubrirán, bueno, que las cosas no son exactamente lo que parecen.
Más allá de sus diferentes historias y tramas específicas, los tres cortos de LA RUEDA DE LA FORTUNA Y LA FANTASIA proceden de una manera similar en cuanto a sus esquemas narrativos, con saltos amplios de tiempo internos (que a veces funcionan a modo de coda), giros que pertenecen al territorio de lo mágico/fantástico y una o dos escenas claves, centrales y extensas, en las que los temas principales se van descubriendo en conversaciones de a dos. Son azarosas historias de amor y desamor, de frustraciones, de venganzas, de dobles, de intentos de recuperar a personas queridas, de sensaciones compartidas con extraños y de sentimientos que no se van, más allá de que los personajes pretendan negarlos.
Los personajes principales (siempre femeninos) pueden, de entrada, parecer algo fríos o demasiado egocéntricos pero, cuando se enfrentan a situaciones complicadas, empiezan a revelar fragilidades e intentos de encontrar dentro de sí recursos para empatizar con los otros. El tercer corto es el que mejor funciona: un cuentito perfecto de desencuentros y reencuentros con un cierre notable y muy emotivo. El primero es igualmente fascinante aún cuando algunas de las actitudes de la protagonista generen, por momentos, cierta exasperación. Y el segundo arranca muy bien, parece caer en un raro pozo narrativo pero tiene un inquietante cierre y una angustiante coda. Se trata de otro notable trabajo que sigue demostrando que el realizador de ASAKO I & II es uno de los realizadores más interesantes –ya no promisorios– de la actualidad.