Son pocos los directores japoneses contemporáneos conocidos en Argentina. Si se excluyen los nombres de Kore-Eda Hirokazu, Naomi Kawase y Hayao Miyazaki (más veterano), es poco lo que se ha visto en Argentina de otros realizadores nipones.
Ryusuke Hamaguchi cobró cierta notoriedad en 2015 durante la presentación de Happy Hour (cinco horas de duración) en el Festival de Locarno, pero hubo que esperar hasta 2018 en que Asako I & II, su siguiente obra, se presentara en Cannes. Recién entonces los franceses se animaron a estrenar la de 2015 en salas y lo hicieron en mayo, de una manera algo insólita, en tres partes (espaciadas a lo largo de tres semanas). Las llamaron “Senses” que por otra parte no es una palabra francesa, sino un título alternativo al más conocido (Happy Hour).
Por el Festival internacional de cine de Mar del Plata pasó algo desapercibida Asako I & II y es de desear que no acontezca lo mismo con la que ahora nos ocupa (de allí esta nota). El título (en inglés), utilizado en la reciente Berlinale donde se llevó el Gran Premio del Jurado (Oso de Plata), no es muy afortunado. Preferible el original en japonés, que se podría traducir como “Coincidencia e imaginación”, ya que de eso trata el film. O mejor sería decir los tres mediometrajes de los que se compone, con casi idéntica duración, para totalizar dos horas.
Hamaguchi reivindica aquí, de alguna manera, los films de menor duración, pero logra que cada una de las tres partes tengan una unidad, cerrando completando las historias que desarrolla. En cada una de ellas los intérpretes y personajes son diferentes, aunque se adivina que el foco central, como en sus films anteriores, es el mundo femenino.
El primero titulado “Magic” está centrado en dos mujeres: una modelo (Meiko) y la productora Gumi, con esta última relatándole en un taxi su reciente relación con Kazu. La clave de este primer episodio está en la palabra “coincidencia” del título original.
El segundo “Door Wide Open”, involucra al joven estudiante Sasaki, quien se siente humillado por el profesor Segawa, que ha ganado recientemente un importante premio japonés de literatura. El joven sostiene una relación con Nao, una mujer algo mayor, y a modo de venganza le pide a ésta que vaya y seduzca al profesor. Cuando Nao lo va a visitar, llevando un ejemplar del libro premiado, le pide un autógrafo en una de las páginas más eróticas y explícitas del texto. Lo notable es que se pone a leer dicha parte, descolocando al autor.
“Once Again” cierra el tríptico con un encuentro casual de dos mujeres en una estación de tren. Una de ellas, Moka, cree reconocer a una compañera (Aya) con la que tuvo una relación íntima hace unos veinte años. Aya la invita a su casa y a medida que con el diálogo profundizan lo acontecido en el pasado, ambas mujeres llegan a una sorpresiva conclusión. Pero, a diferencia de los dos capítulos precedentes, las revelaciones no adquieren aquí un tinte dramático sino más bien todo lo contrario, como lo revela la escena final, nuevamente en la estación ferroviaria.
El nivel de los tres episodios es muy parejo y de similar nivel de excelencia, revelando que Hamaguchi es un eximio director de actores, donde se destacan los personajes femeninos. En más de un punto su cine tiene puntos de contacto con el de Rohmer, cuya espíritu y segura influencia no pasará desapercibida.