Sin duda este es un gran momento en la carrera de Ryûsuke Hamaguchi. Una temporada de cosecha que se vio coronada recientemente por el Oscar a Mejor Película Extranjera para Drive my Car, algo que no sorprendió a nadie dado ya que era a todas luces la favorita. Este consagrado film es uno de los dos que el realizador japonés estrenó en 2021. El otro es este La rueda de la fortuna y la fantasía que ahora nos ocupa. Hamaguchi no es un desconocido para el cinéfilo local, de hecho La rueda… se dio a conocer en la edición del año pasado del Bafici, pero es recién ahora que uno de sus films se estrena en salas comerciales argentinas, y además con apenas un par de semanas de diferencia al de Drive my car en la Sala Lugones.
Los focos que inevitablemente caen sobre Drive my Car podrían hacer pensar un destino de segundo plano, de hermana menor para La rueda… Esto no sería ni justo ni correcto, ya que este último film ha tenido también un recorrido exitosos en festivales (entre otros se hizo con el Gran Premio del Jurado en Berlín), obtuvo un importante consenso crítico y fue incluido en varias de las listas de lo mejor del 2021 junto a otras películas consagradas como… Drive my Car.
La rueda de la fortuna y la fantasía es un film en episodios. Tres historias independientes cuyo nexo no es evidente a primera vista sino más cerca del final del recorrido. Lo que sí es claro de movida es que los tres están protagonizados por mujeres. Si bien dos de ellos tienen varones en papeles relevantes son las mujeres las que llevan adelante el relato y es su perspectiva la que predomina. Una joven escucha de una amiga el relato de una prometedora primera cita con un hombre, una estudiante intenta ayudar a un compañero a tenderle una trampa al profesor que lo humilló, dos mujeres se reconocen en la calle como ex compañeras de secundaria. En los tres episodios están presentes temas como el amor, el peso de las decisiones, la frustración y el desengaño.
El otro elemento fundamental presente en todas las historias es el azar. Las circunstancias pueden producirse o reformularse por pura casualidad. Las protagonistas creen saber dónde están paradas y hacia dónde se dirigen y una simple coincidencia, un error o un malentendido pueden producir un vuelco inesperado, dispararlas a terreno desconocido y obligarlas a recalcular. El título del film sugiere algo de esto con la rueda de la fortuna como metáfora de las vueltas imprevistas del destino. Pero también con la fantasía en tanto salida posible: un qué pasaría si, un pacto erótico, un juego de roles.
Estos giros inesperados, casi jugarretas del destino, no aparecen como algo rebuscado o inverosímil sino como un devenir perfectamente plausible. Esto se debe en buena a parte a la naturalidad con la que los personajes se acomodan a las nuevos escenarios tras un primer remezón, a la precisión y la ausencia de subrayado en la dirección de actrices y actores y a una puesta en escena austera donde son los diálogos los que tienen preponderancia y donde se reservan para lugares específicos ciertos recursos como pueden ser un notorio zoom (casi una herejía en el cine contemporáneo) que se presenta en cada episodio en un momento decisivo. Posiblemente los únicos lugares donde algo se resalta de manera ostensible.
Hamaguchi se mete con estos temas universales alejado de cualquier muestra de pretensión y solemnidad. El interés nunca decae y se relanza con cada nuevo giro. Hay a lo largo del film un tono de melancolía que se da por la sensación de pérdida, por lo que es y lo que podría haber sido, mientras el realizador siempre muestra para con estas mujeres, obligadas a jugar con las cartas que le van tocando, una mirada humana y empática.