El primer logro de la nueva película de Woody Allen es reconstruir de manera sorprendente Coney Island en la década de los 50, con su esplendor ya decadente al igual que los personajes que protagonizan la propuesta.
Una mujer obsesionada por su familia ve cómo de un momento a otro un fugaz romance con un bañero mucho menor la hará salir de su rutina, hasta, claro está, ese amor de verano se trunque por la aparición de un personaje que la transformará en una fría y calculadora asesina. Kate Winslet deslumbra en un rol verosímil y creíble, al igual que el resto de los protagonistas que se dejan seducir por un guion previsible, pero efectivo.