"La Sabiduría", terror y empoderamiento femenino
Sofía Gala, Analía Couceyro y Paloma Contreras interpretan a un grupo de chicas sumergidas en un fin de semana terrorífico en el campo que se convierte en parábola de los nuevos tiempos.
Incluso si se dejan de lado Natacha, la película (codirigida junto a Fernanda Ribeiz) y el documental sobre Miguel Abuelo Buen día, día, La sabiduría marca la quinta incursión en el largometraje de ficción de Eduardo Pinto, realizador muy experimentado, además, en los terrenos de la televisión y el videoclip. Y si bien el título parecería indicar alguna clase de inmersión en las prácticas del estudio o la religiosidad, lo cierto es que la historia –escrita a seis manos por el propio Pinto y los guionistas Diego Andrés Fleischer (Mujer lobo) y María Eugenia Marazzi– poco y nada tiene que ver con esas actividades del intelecto y el alma. A partir de sus imágenes de mujeres en distintas actitudes y estados, indicativos del deseo, la violencia y la vindicación, los afiches promocionales anticipan en parte las ligazones del film con el universo del horror rural, con algún guiño a su vertiente folk, los relatos de violación y venganza y las fábulas de regreso a un estado salvaje, con su dosificación simultánea de suspenso y drama. Todo ello, desde luego, sostenido sobre una capa de acción, reacción y toma de poder femenina, condición casi sine qua non para los tiempos que corren.
Sofía Gala, Analía Couceyro y Paloma Contrerasinterpretan al trío de chicas que salen a la ruta luego de una noche de parranda para pasar un fin de semana en el campo. El destino final es la estancia La Sabiduría, pero ya en camino hacia el lugar los signos ominosos comienzan a apilarse. ¿O acaso la muerte violenta de un animal sobre el asfalto podría interpretarse de otra manera? Lo mismo puede decirse de esos extraños tótems ubicados sobre la entrada al remanso de paz que no será tal, que señalan, al mismo tiempo, las prácticas de culturas originarias y el carácter derivativo del relato.
Esto no será la masacre de Texas, pero la idea de trampa mortal para turistas comienza a tomar forma lentamente. Uno de los tramos más interesantes es precisamente el de la llegada al lugar, con esos largos vestidos del siglo XIX que las protagonistas encuentran y visten como si se tratara de un juego, desconocedoras de aquello que las espera. El capanga interpretado por Diego Cremonesi será el encargado de llevarlas a una celebración nocturna con rasgos rituales y al consumo de sustancias psicoactivas que derivará en la amnesia temporal y el inicio del terror. Sea por el uso de esas drogas o por el enamoramiento con la hora mágica, los atardeceres aparecen y desaparecen de cuadro constantemente y Pinto vuelve a hacer gala de su pasión por el ralenti videoclipero.
La descripción de lo que sigue entraría de lleno en el terreno del temido spoiler, pero baste decir que a la puesta en escena festivamente cruel del machismo y la violencia de género le seguirá indefectiblemente la reacción de las víctimas. Irónicamente o no tanto, lo mejor de La sabiduría son aquellos momentos cercanos al carnaval (o al cambalache), con Daniel Fanego y Luis Ziembrowski en plan caricaturesco, enfrentados por enésima vez al “infiel” que habita las pampas pero, por primera vez en su vida, a una nueva femineidad dispuesta a acabar con los usos y costumbres. Por cierto que el tono completamente exploitation de la película está disfrazado, como las mismas protagonistas, de parábola de empoderamiento, so pena de ser acusada de simple acto truculento. Más cercano al género puro y duro que a su cruza con el aguafuerte social (como ocurría en su anterior Corralón), el nuevo largometraje de Eduardo Pinto puede ser disfrutado con moderación si se lo entiende como un simple juego cinematográfico.