La Sabiduría: El terror acecha en el campo.
La Sabiduría (2019) es un largometraje donde se mezcla una road movie con el survival horror del slasher.
El cine nacional tendrá en su cartelera una historia que hará homenaje a los slashers ochenteros tan simbólicos para los amantes del cine de terror. La Sabiduría (2019) es una película de Eduardo Pinto que mezcla una Road Movie con el peor (en el buen sentido) de los terrores: el que provocan los seres humanos.
Tres amigas deciden dejar la ciudad de Buenos Aires para irse de viaje al campo durante un fin de semana: Mara (Sofía Gala Castiglione) agobiada de su trabajo, Tini (Paloma Contreras) deseosa de entrar en contacto con sus raíces aborígenes y Luz (Analía Couceyro), quien quiere divertirse antes de casarse. Estos motivos pronto se transformarán en uno solo: sobrevivir, ya que los capataces de la hacienda La Sabiduría querrán usarlas como ganado (en el mejor de los casos).
Acá destacó la transformación de los personajes, un par de mujeres convertidas de presas en cazadoras como si dicha transformación fuera tan natural como el amanecer. El cambio sucedió de forma tan gradual que es difícil para el ojo captar el momento preciso en que ocurrió, dicho logro tiene, entre tantas otras bases, la justificación mediante el diálogo. Con un solo parlamento de Mara como: «Mi padrastro me llevaba a cazar, yo sé disparar«, la película se libra de ese tumor llamado: Deus ex Machina, que hace ocurrir cosas porque sí y ya. Ese momento fue clave para diferenciar este filme de algún otro más amateur, en el que un personaje simplemente tomaría el arma que le cae del cielo y la manejase como un profesional aun cuando nos dan a entender que es su primera vez usándola. El filme copia los elementos clave de los slashers, como el viaje inocente a un lugar remoto, la promiscuidad y unos outsiders de aura perturbadora, sin embargo, deja por fuera la falla típica de estos filmes, el conocido: «me encerraré en el baño para huir del asesino«. Se podría decir entonces que se queda con todo lo bueno y desecha lo malo.
La película también integra guiños a la historia argentina, como un ganadero semita que remite directamente a la figura del gaucho judío o los uniformes usados durante la escena de la cacería humana que, a la par de la figura del terrateniente, hacen recordar la época de Julio Argentino Roca. Ni hablar de los colores usados en las imágenes, esa desaturación fue vital para imprimir el aire terrorífico del filme.
Sombreros en mano y rodillas en tierra cuando se hable de las actuaciones, no hubo un solo actor que no diera lo mejor de sí en pantalla, todos por igual exonerados de la morisqueta, ninguno fue presa de la sobreactuación. Mención honorífica para Analía Couceyro, cuyo personaje sufrió una violación a manos de Faustino (Diego Cremonesi), en dicha escena, los movimientos fueron sacados de una escena del crimen, las expresiones tomadas de un violador convicto y una víctima auténtica, el manejo de la verosimilitud fue tal que conservaron el equilibrio sobre ese hilo que separa al terror del ridículo.
Sin nada más que acotar, en La Sabiduría, al igual que en su predecesora espiritual estadounidense, Deliverance, se demostró que lo verdaderamente aterrador no son los fantasmas o los muertos vivientes, sino las personas.