Luego de su incursión en el cine infantil con su fresca y creativa “Natacha” basada en el personaje de Luis Pescetti, Eduardo Pinto vuelve al estilo que supo cultivar en sus filmes anteriores “Palermo Hollywood” y “Caño recortado” y sobre todo en la asfixiante negrura de “Corralón”, una de las películas que ha figurado en los listados de lo mejor del cine nacional 2017.
En esta oportunidad, con “La sabiduría” vuelve con una narración provocativa y oscura, para contar la historia de tres amigas –que oscilan en los treinta y pico- que luego de una larga noche en una fiesta electrónica, emprenden viaje para pasar un fin de semana en el campo, escapando de la gran ciudad, y tomándose un tiempo para encontrar un espacio para ellas mismas.
Es así como luego de un viaje en donde irán abundando algunos diálogos confesionales y complicidades internas, Mara (Sofía Gala Castiglione), Luz (Analìa Couceyro) y Tini (Paloma Contreras) llegan a “La Sabiduría”, la estancia que dará nombre al filme y que se convertirá en una verdadera pesadilla apenas avancen las horas y comiencen a desencadenarse ciertos sucesos.
En principio, apenas llegan a lugar, parece no haber nadie que las reciba, hasta que finalmente se presenten los dos hermanos que regentean el campo: Américo (Diego Cremonesi) y Faustino (Lautaro Delgado en una composición que sobresale muy por encima de la media de un gran elenco) quienes las invitan a compartir un trago con ellos en el establo por la noche y al que ellas acceden en una mezcla de curiosidad, diversión e invitación al desborde.
Lo que ellas desconocen es que esa invitación invoca a una ceremonia típicamente campestre, que entre peones, alcohol y otras bebidas, comenzará a transformarse en un ritual de crueldad que evoca a otras situaciones históricamente vividas en la geografía campestre y sin quererlo, iniciarán una escalada de violencia que se inicia con el abuso y la desaparición de una de las amigas.
Todo se complicará aún más cuando intentado dar con el paradero de ella, busquen ayuda en el Comisario del pueblo (Juan Palomino) y básicamente en el dueño de la estancia (Daniel Fanego) disparando una verdadera persecución, un juego del gato y el ratón que va encaramándose hasta convertirse en una verdadera cacería humana.
Uno de los problemas con los que debe lidiar “La sabiduría” es que el guion de Diego Fleischer (“Mujer Lobo” “Pompeya”), María Eugenia Marazzi y en el que ha colaborado el propio Pinto, no logra cohesionar armoniosamente todos los elementos que pretende incluir. Quizás en esa sobreabundancia, no pueda elegir un elemento preponderante y destacarlo, por lo que habrá momentos que remiten al típico cine slasher, algunos toques de ese subgénero que ha dado en llamarse “rape and revenge”, entrecruzado con una lectura sobre las aberraciones históricas sufridas por las generaciones anteriores en pleno campo argentino.
En ese avasallamiento sobre los derechos de los indios, se refuerza más todavía la idea de las mujeres como centro de la agresión y de sometimiento en la historia argentina.
Un lugar del que se puede partir para construir una nueva lectura, completamente diferente, a partir de un momento de particular empoderamiento que se vive en la actualidad, con el encuentro con un nuevo rol de la mujer y la globalización de los movimientos en favor de la igualdad y en contra todo tipo de abusos.
Ese diálogo con la historia, esa conexión entre presente y pasado, se ilustra desde un dedicado trabajo de vestuario y un diseño de arte que muestra ciertas pinturas y detalles en la decoración de la estancia que permiten vincular fácilmente la idea del rol de la mujer a través de las diferentes épocas y como estas tres heroínas de una nueva era pueden reescribir la historia.
Con un guion que dispara en diversas direcciones sin profundizar en ninguna de ellas, intentando abarcar varios géneros al mismo tiempo en una propuesta por momentos algo errática, Pinto desde la dirección marca con mucha más seguridad el rumbo de su historia.
Como ya ha demostrado en sus trabajos anteriores, el virtuosismo que despliega con su cámara y el aprovechamiento de las locaciones y del espacio, hablan de un director que se sobrepone a estos desniveles planteados en el guion y elabora una propuesta con un ritmo que no decae en ningún momento y que no sólo se nutre de destacados rubros técnicos sino que Pinto demuestra tener una gran sensibilidad en la dirección de actores.
En el trio protagónico las tres actrices tienen importantes momentos de lucimiento y Sofia Gala Castiglione demuestra una vez más una gran presencia en pantalla. Analia Couceyro pasa de momentos más livianos a los más fuertes de la película demostrando su gran ductilidad como actriz, y Paloma Contreras –quizás de las tres, quien tiene una menor presencia en pantalla- logra momentos de mucha potencia con un rostro que transmite la fuerza que necesita su personaje.
Completan con muy buenos trabajos, un homogéneo equipo de actores en interesantes secundarios, entre los que se destacan el ya mencionado trabajo de Lautaro Delgado, Daniel Fanego y las breves intervenciones de Leonor Manso y Luis Ziembrowski.
“La sabiduría” demuestra una gran destreza de Eduardo Pinto detrás de las cámaras quien quizás todavía no encontró ese gran guion que le permita filmar una de esas películas que dejen huella dentro del cine nacional. En el intento, de todos modos, sigue marcando un muy buen camino personal.
POR QUE SI:
«Pinto despliega virtuosismo con su cámara aprovechando locaciones y espacio»