El mundo de La sabiduría es vetusto. El imaginario machista que tal vez pretende destronar sigue vigente, aunque ya no del todo, en el presente. Los clérigos, los policías, los empresarios, los indios y los gauchos comparten una visión del orden de las cosas: la civilización y la barbarie están inscriptas en el poder de los machos; las mujeres están para servir, someter, castigar, fornicar. Esta cosmovisión se apodera del film pasados unos 20 minutos; la ilustración literal asfixia de ahí en más y paulatinamente todo indicio de cine, y así, en el tercer acto, La sabiduría apenas puede verse, con buenas intenciones, como una parodia del universo que pretende menoscabar.