No alcancé a escribir más que unos enojados tuits cuando la película se dio en el Festival de Cannes 2014 –el enojo aumentado por el hecho de que había ganado premios en su sección, la misma en la que Lisandro Alonso no ganó nada con JAUJA–, pero sigo manteniendo mi fastidio con esta mezcla de documental promocional/house organ de Sebastiao Salgado, el famoso fotógrafo brasileño: reverencial, metódico y pintoresco como un libro grande y caro de mesa, de esos que uno imagina en livings de gente adinerada en Europa mirando fotos bonitas y estéticamente muy cuidadas sobre lo mal que viven los pobres y los trabajadores en parajes remotos de América Latina. La estetización de la miseria no es lo mío. Paso…