Wim Wenders dirige un íntimo retrato del fotógrafo brasilero Sebastião Salgado, quien con su cámara recorrió los lugares más olvidados del planeta y retrató a la humanidad como pocos los hicieron.
Cámara testigo
La filmografía de Wim Wenders está plagada de historias sobre gente. Al propio director lo admite. Incluso lo hace hasta en los primeros minutos de este film. Es lo que le interesa, lo que lo apasiona a la hora de contar historias. Wenders ama desenvolver sus personajes y desnudaros de alma a lo largo de una trama que hasta podría no llegar a tener un final. Porque, tal como él dice: eso no sucede en la vida real. Por eso no resulta extraño que sus documentales no haya buscado más que retratar personas, o más específicamente: artistas.
Fueron los músicos cubanos olvidados luego de la revolución en Buena Vista Social Club. Los bluseros Skip James, Blind Willie Johnson y J. B. Lenoir en The Soul of a Man, producido por Martin Scorsese. Y más reciente en el tiempo podemos encontrar la exitosa Pina, sobre coreógrafa alemana Pina Bausch y filmada en un soberbio 3d. Ahora nos llega La Sal de la Tierra, que se centra en la figura del fotógrafo Sebastião Salgado, quien recorrió los lugares más inhóspitos, inaccesibles y hasta peligrosos de la tierra, a veces incluso permaneciendo media década lejos de su familia, tan solo con su cámara de fotos y buscando retratar a la humanidad en su estado más puro. Inmortalizó como nadie lo hizo maravillas naturales a las que el ser humano apenas logra acercarse, a cientos de miles de personas buscando oro en la mina Serra Pelada en Brasil, éxodos de poblaciones completas en África, y también mucho dolor y sufrimiento, experiencias que terminaron formando su arte.
La humanidad y el planeta tierra a través de la lente de Salgado adquiere una belleza particular, imposible de notar a simple vista, porque parece escaparle al ojo humano si no está la cámara del fotógrafo brasilero de por medio. Wenders no oculta su admiración por él, la cual se extiende ya varias décadas, y así logra un retrato íntimo del artista. Son ellos la gran mayoría del metraje a quienes vamos a ver y escuchar. No necesitamos nada más. Recorremos la carrera de Salgado a lo largo de sus mejores trabajos, donde cada uno esconde una historia que le da un nuevo significado a la imagen.
Conclusión
Wenders nuevamente sorprende con un fascinante retrato de un artista que ama lo suyo y que vive para su arte. El director alemán, también fotógrafo y gran admirador de Salgado, logra acercase lo suficiente como transmitir a los espectadores las experiencias y reflexiones de un hombre que, con su cámara al cuello, fue testigo e inmortalizó momentos que de otra forma quizás nunca hubiéramos conocido.