El terror viene personificado en una señora, la señora Haidi (como a ella le gusta que la llamen), quien recibe con amable hospitalidad a una pareja que sufre un accidente en la ruta. La casa en la que vive esta mujer está alejada de la civilización (así como dictan los clásicos libros del horror).
El terror con la religión como combustible, la soledad, la culpa y la locura. El film toca varios de estos temas. La señora H cumple a rajatabla los escritos del libro más vendido en la historia de la humanidad: la Biblia. Camina como ama y señora en una casa enorme custodiada por dos perros (raza pastor alemán, no es casualidad), susurra versículos para sí misma para no olvidar a quien se debe en cuerpo y alma.
La pareja que ha llegado a su casa no es una pareja “pura”. Él está casado, ella es la amante y la señora H lo descubre escuchando del otro lado de la puerta una discusión entre ambos, y además lo corrobora al no ver un anillo en la mano de ella. A sus ojos ella es la impura, la que seduce a los hombres, la que los lleva por mal camino. A menudo la llama JEZABEL: una princesa fenicia que según la Biblia tuvo su muerte anticipada por el profeta Elías, introdujo la inmoralidad, mandó asesinar a los profetas del dios de las escrituras y propagó la adoración a dioses paganos como baal. Claramente ella es el pecado hecho mujer y debe ser eliminada para detener el mal sobre la Tierra, tal como sucedió con Jezabel (quien tuvo un triste final al ser defenestrada y arrojada a los perros para que su cuerpo no sea reconocido jamás). Su legalismo la lleva a correr el límite en una errónea búsqueda de lo correcto, es ella quién juzga y aplica la balanza de la justicia. Un fanatismo religioso y tormentoso, Carrie de Brian De Palma viene a colación.
La señora H guarda un secreto oscuro y cargado de culpa, disfrazado de devoción hacia su esposo. Por la carga psicológica, los ecos son de Psicosis de Alfred Hitchcock. Sin otro análisis que valga o la salve, conforme avanza la cinta la demencia de esta señora crece. El cine nacional está tomando un buen cauce gracias a autores y en el terror está casi todo dicho; La señora Haidi no se toma ninguna libertad y emula fórmulas ya vistas por lo que difícilmente sea recordada.