La iluminada
El cine de género continúa avanzando en la producción nacional, y así como recientemente Ezio Massa convocó a una figura popular como Cristina Alberó para 5 A.M. Cinco ante los miedos (2016), en esta oportunidad es María Leal la fichada para protagonizar una película de terror.
La señora Haidi (2017), de Rafael Menéndez y Daniel Alvaredo, es una propuesta en la que no hay espacio para la sugerencia, más bien, todo lo contrario, terminando por construir una historia plagada de estereotipos que resienten su narración y espíritu.
Cuando una pareja (Guillermo Pfening y María Abadi) tiene un accidente deciden solicitar ayuda en una vieja casona aislada en la ruta. En ella habita Haidi (María Leal), una mujer que en parte recuerda al personaje de la madre de Carrie, en la novela del mismo nombre de Stephen King, llevada al cine por Brian De Palma y otros, enfocada en el fanatismo religioso a ultranza que termina por ser la condena de los demás.
La señora Haidi recupera cierto cine claustrofóbico, aquel que en el encierro intenta luego desandar el paso de sus protagonistas, convirtiendo a la posibilidad de escapatoria en el único objetivo para sobrevivir. Claros exponentes son Los extraños (2008) o Funny Games (2008), pero allí no había una figura tan fuerte como Haidi, que dirigiera todas las acciones.
Tras recibir primeros auxilios de la señora Haidi, la pareja detectará rápidamente que la mujer tiene algunos manejos poco felices con ellos, confirmados cuando intenten salir de la casa y ella se los prohíba. Desde allí la película comienza un camino obvio, de trazos gruesos, de resoluciones poco felices, más allá de los intentos de los actores por sostener el relato.
“No siempre el thriller es terror” aseguraba hace unos meses Daniel Alvaredo, uno de los directores, “Haidi es un thriller de suspenso” sostenía ante la consulta por su inscripción dentro del boom del cine de terror que hay en el país. Pero La señora Haidi, lamentablemente, no asusta, al contrario, ante algunas desprolijidades técnicas como la reiteración del recurso de la cámara subjetiva y cierto tono que no termina de cerrar, hacen que su propuesta se resienta y hasta genere risas nerviosas en momentos claves.
La película descansa mucho en las actuaciones, dejando librado a su desenvolvimiento lagunas en el guion y en la puesta cuasi televisiva. María Leal trabaja su personaje con algunos aciertos, sabiendo que justamente la gente querrá verla como una asesina luego de la entrañable María de Grande Pá!. Pero nunca termina por darle el control total a la historia siendo un film rápidamente olvidable.