La señora Harris va a París

Crítica de Melody San Luis - Funcinema

EL OBJETO DE LOS SUEÑOS ES SOLO UNA EXCUSA PARA CAMINAR

Quien no se conmueve con aquellas personas que toman las riendas de su vida y se atreven a soñar no tiene corazón. Sin embargo, Ada, la señora Harris, aunque es conmovedora, por momentos también resulta un poco edulcorada.

El film nos presenta a una mujer adulta que ha estado muchos años a disposición de los demás. Por un lado, esto se debe a su oficio como empleada doméstica y, por el otro, porque lleva años esperando que su marido vuelva de la guerra. Aun con una negativa del entorno con respecto a la esperanza de que esté vivo su marido y con una palpable realidad, que ya han pasado varios años desde que se terminó, Ada conserva la ilusión de que esté vivo. Ya desde este primer acercamiento al personaje principal vemos cómo estamos ante una persona que sale de la regla para atreverse a pensar que lo imposible puede suceder. Ante los impedimentos que le suceden, lejos de apaciguar su carácter, Ada lleva sus sueños aún más adelante, redoblando apuestas. En este sentido, la figura de una persona soñadora está dada también por una adulta que ya no tiene tanto que perder.

La señora Harris va a París nos invita a vivir un cuento de hadas. Cuando todo parece mostrarle a Ada una cuota de realidad cruel y más bajo caen sus sueños, al punto de ella autodenominarse como al borde de la locura, la vida le presenta un conjunto de golpes de suerte insólitos que afianzan sus fuerzas. Es un vestido el motivo que lleva a Ada a enfrentarse a situaciones que nunca antes hubiera imaginado. A través de este objeto es que se presenta un cambio en la actitud de este personaje. Es en realidad una excusa para revelarse ante tantos años de opresión y un motivo para iniciar toda una aventura.

Ambientada en la década del 50´, Ada representa la ilusión de muchos, la mujer humilde que llega a París y tiene el dinero para comprar un vestido de alta costura. En este sentido, es interesante cómo aparece muy representada una época en la que comprar un vestido no era simplemente tener el dinero sino que implicaba contar un status social. La aparición de una mujer humilde dentro de un ámbito de personas adineradas provoca una revuelta por parte de quienes suelen habitar esos ámbitos. De esta manera, el film se corre de un deseo individual para empezar a crear conexiones con el entorno. La actitud de Ada cambia el rumbo de su alrededor, proponiendo desnaturalizar modos y hasta la manera de hacer las cosas.

Aunque la propuesta en una primera instancia se desarrolla con más firmeza, a medida que va avanzando pierde el ritmo. El personaje de por sí roza ese límite finito entre caer simpática y resultar densa, finalmente con la dinámica que propone la película termina uno como espectador teniéndole poca paciencia. Sin embargo, por el solo hecho de acercarse a la ilusión de esta mujer puede que valga la pena darle la oportunidad.