Muchos son los films argentinos que, ante el poco consumo del cine nacional, recurren al uso de temáticas comerciales, sobrecarga de actores y actrices de alto renombre y al gran impacto que generan los planos de la Ciudad de Buenos Aires en la pantalla grande. Sin embargo, la mayoría de la belleza se encuentra en los llamativos paisajes naturales albergados a lo largo de toda Argentina, desde el sur de la Patagonia hasta la región Noroeste de nuestro país, lugar donde se sitúa esta película, que se distancia de lo convencional y nos relata una historia cargada de metáforas y escasa de palabras.
Fran (Emilia Attias) es una reconocida actriz que, agotada del mundo que la rodea, decide escapar de su carrera y su vida aventurándose en una travesía por los bellos panoramas de Catamarca para liberarse de la saturación y el ruido que la envolvía sumiéndose en un ambiente vacío y silencioso.
El metraje, que apenas sobrepasa la hora de duración, significa el debut en cine de ficción del documentalista Martín Jáuregui, el cual está basado en un cuento de su propia autoría. La historia, aunque concisa al momento de mostrarnos el enfoque que toma la trama, presentándonos a una mujer que sale de su zona de confort para “secarse” de esa vida e iniciar una nueva, se torna monótona y trabada rápidamente al perseguir solo una idea que no logra desarrollarse por completo a causa de los recursos que utiliza el director para darle trasfondo al argumento, con un guion limitado y la rapidez con la que termina el filme. Este último motivo también afecta en la performance de la protagonista que, más allá de no llegar a demostrar totalmente la evolución del personaje hacia el final de la obra y de quedar opacada por su coprotagonista, Adriana Salonia, cuyo carisma hace que el personaje que representa destaque en todas sus apariciones, interactúa impecablemente con su entorno, resaltando por sobretodo la riqueza y humildad del paisaje y los habitantes catamarqueños respectivamente. Por último, es para subrayar el hecho de que la película fue filmada en su totalidad con equipos alimentados por energía solar.
“La Sequía” nos muestra un lado majestuoso de la geografía argentina que muchos desconocen, pero no llega a complementarlo con una historia igual de espléndida por su falta de despliegue y atracción, además de su brevedad que hace que no se logre conformar un largometraje con todas sus letras que, así como en un cuento, no nos da tiempo a conectar con lo trasmitido.