Promocionada como "la primera película en el mundo filmada utilizando cien por ciento energía solar", La sequía está dirigida por Martín Jauregui, y cuenta con el protagónico de Emilia Attías.
Como si fuera un juego del cine dentro del cine, Attías es Fran, una actriz famosa engañada y estafada por su pareja y representante -Adriana Salonia-, quien parece enloquecerla. Fran escapa de la ciudad al desierto para transitar su propia "sequía" y en su agotador periplo, intenta despegarse del mundo que conoce para adentrarse en la búsqueda de respuestas.
La sequía cuenta con una cuidada fotografía que registra zonas áridas e inmensos parajes que dejan al personaje central en un estado de desprotección total. Al relato en off del comienzo, subrayado con frases rimbombantes, se suma el largo peregrinaje de la protagonista con tacos en medio de la arena, en rutas y en un pueblo donde el reconocimiento de los otros la perturba. El relato no encuentra el tono adecuado en las actuaciones ni en las situaciones que presenta.
Adriana Salonia parece una millennial enloquecida mientras busca la forma de convencer a su representada de lograr mayor adhesión en las redes. Sus apariciones resultan molestas y exageradas, mientras que Attías se ve tan perdida como su personaje, aún cuando está rodeada de un lugareño que le ofrece ayuda para paliar el frío o cuando va a la peluquería y su popularidad es exaltada por la dueña del local y su hija. ¿Qué hace una actriz como Fran en el medio de la nada? Sólo camina en una suerte de fuga incompleta que no despierta el más mínimo interés y parece tener un destino incierto.